Redacción 2001
“Cuando era joven, en términos de porcentajes, había pocos gays. Con el tiempo, debido a las libertades, a las drogas y con las mujeres trabajando, aumentó bastante el número de homosexuales. También suelo decir que si su hijo está con gente de cierto comportamiento, se comportará igual y creerá que esto es normal. Cuando un hijo es violento, si le corriges, dejará de ser violento. ¿Por qué en este caso es distinto?”. Esa es la respuesta que dio Jair Bolsonaro, elegido como nuevo presidente de Brasil, a la actriz y activista Ellen Page, que le preguntaba por sus polémicas declaraciones en las que afirmaba que prefería “tener un hijo muerto a un hijo gay”.
Así, la elección de Bolsonaro ha vuelto a poner sobre la mesa una cuestión que lleva años sobrevolando la política en los cinco continentes: el resurgir de los partidos de ultraderecha. Trump, Salvini, Bolsonaro, Duda, Orban, Le Pen, Strache, Wilders y, ahora en España, Santiago Abascal. Todos son testimonios de cómo el orbe político mundial hace un giro a estribor en el trasatlántico del poder.
Ultralatina. El nuevo jefe de Gobierno de Brasil es el último ejemplo del ascenso de la ultraderecha y sus mensajes políticos, pero no el único. En Chile, hace un año que nacía el Movimiento Social Patriota (MSP) -un grupo creado a imagen de otros como el español Hogar Social- lanzando mensajes contra el comunismo, el aborto y la “ideología de género”.
En julio, durante una multitudinaria manifestación a favor del aborto legal en las calles de Santiago de Chile, cubrieron las calles de sangre y vísceras de animales y desplegaron pancartas que pedían la “esterilización gratuita para las hembristas”. Tras el apuñalamiento de tres mujeres durante las protestas, el grupo se desvinculó de los hechos con el siguiente mensaje en Twitter.
“Estimados seguidores. Desmentimos rotundamente los supuestos apuñalamientos o riñas que se nos imputan. Nos hacemos cargo de la manifestación y el pintado. Seguiremos mostrando nuestro descontento contra este progresismo globalista y nadie nos frenará”.
MSP y otros colectivos similares que han eclosionado en países como México o Costa Rica, donde los grupos xenófobos se pronuncian contra los migrantes, alegando una supuesta discriminación del nativo de origen en un término que han bautizado como endofobia.
Para alentar ese discurso de la preferencia nacional, se valen de los mensajes en redes sociales; una táctica que ya fue empleada durante la campaña electoral que aupó a Donald Trump hacia la Casa Blanca.
El presidente norteamericano también ha sido acusado de ultraderechista por sus declaraciones contra la inmigración -especialmente la procedente de México-, que centraron sus promesas electorales de construir un gran muro para frenarla. Sus partidarios excusan su discurso: Trump solo es políticamente incorrecto.
Un conocido en Europa. Del otro lado del charco, la situación no es muy distinta. Aunque hace poco más de medio siglo que la intolerancia racial, ideológica y religiosa causó un daño profundo e irreparable en millones de personas, los partidos con mensajes más radicales han comenzado a salir de las sombras y a mostrarse sin complejos ante un electorado que parece mostrarse receptivo.
El italiano Matteo Salvini es uno de los ejemplos más recurrentes a la hora de hablar de la nueva ultraderecha europea. Su nombre comenzó a resonar con fuerza a nivel internacional a principios de verano, cuando no dudó en desplegar su artillería contra los inmigrantes que se jugaban la vida en el Mediterráneo intentando alcanzar las costas europeas.
A ellos les dijo que “solamente iban a conocer Italia por fotografía” y lo cumplió: logró negar la entrada de los migrantes del barco Aquarius, los cuales tuvieron que desviarse a España. En Francia, es una mujer la que lidera una ultraderecha con voz (y muchos votos) desde hace años.
Marine Le Pen es la cara visible del Frente Nacional -fundado por su propio padre, Jean-Marie Le Pen-, que en las últimas elecciones galas logró hacerse con el 21,3% de los votos con sus proclamas xenófobas y racistas en las que no duda de calificar a los extranjeros como responsables de problemas como la delincuencia o el paro. Por ello, directamente ha pedido “poner fin a la inmigración, legal o ilegal”.
La presencia en alza de partidos de ultraderecha en los parlamentos de los diferentes países europeos dan una idea de su auge en toda Europa: Francia, Italia y Hungría no son casos aislados. El Partido del Pueblo Suizo (SVP) tiene el 29,4% de los votos; la Alternativa para Alemania (AfD), el 12,6%; el Partido Liberal de Austria (FPÖ), el 26%; y la formación Ley y Justicia (PiS) de Polonia, hasta el 37,6%.
2018-12-08
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