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Rafael Guzmán, diputado de la Asamblea Nacional, es puntual, tanto a la hora de reunirse como al exponer sus ideas. Dado que es el presidente de la Subcomisión de Políticas Financieras y Tributarias tiene muy claro el panorama económico nacional, y por donde “cojea”.
Es representante en la AN de los municipios Plaza y Zamora, y las parroquias La Dolorita, Filas de Mariche y Caucagüita, en el estado Miranda. Asegura que a la gente de a pie no hace falta explicarle qué es lo que pasa en el país porque siente y padece en carne propia la crisis.
Es tajante al responsabilizar al Gobierno y al Consejo Nacional Electoral de las consecuencias que traería tapar “la válvula de escape” que representa el referendo revocatorio al mandato del presidente Nicolás Maduro. Además, aclara que en el país se puede dialogar de lo que sea, pero cosas como el RR son “innegociables”.
¿Es posible un diálogo entre el Gobierno y la oposición con posiciones tan enfrentadas?
Para un diálogo real yo creo que hay que partir de un principio general del derecho: el derecho de uno termina donde comienza el derecho de los demás. Nosotros representamos a un pueblo, pero precisamente por esa representación que tenemos, gracias a la contundencia de la votación de las elecciones (parlamentarias) del 6 de diciembre, debemos interpretar perfectamente cuáles son las cosas que no podemos, bajo ningún concepto, condicionar ni son negociables. Nosotros en la Mesa de la Unidad Democrática representamos el sentimiento de más de 8 millones de personas que se manifestaron pidiendo un cambio.
Desde que llegamos a la AN no hemos hecho otra cosa que tender puentes, incluso desde el primer momento cuando se habló de lanzar el Decreto de Emergencia Económica y no se le permitió a las comisiones hacer su trabajo. Hay que recordar que un diputado hace tres cosas: discute, legisla y controla. Qué discute: los problemas de los venezolanos -yo en campaña los resumía en cuatro cosas: No tengo, no consigo, no me alcanza y, probablemente el más grave de todos, tengo miedo.
Desde que llegamos debatimos esto y hemos buscado soluciones, pero esto se remite a como lo decía Giordani (citando la célebre frase del expresidente de Estados Unidos Bill Clinton): ‘Es la economía, estúpido’. En economía se paga lo que no se dice. Si el Gobierno no es transparente, no informa, calla y no dice las cosas como son, pues sencillamente tu pagas por eso. En el caso contrario, cuando se es honesto y transparente, se dice todo, cobras confianza. Cómo podemos trabajar en un diálogo con un Gobierno que es opaco en sus cuentas. Podemos dialogar en las cosas que son prioritarias para el país, pero que no pretendan supeditarlo (el RR) con el diálogo, porque eso no es mío ni de la MUD, es del pueblo. Este es el derecho absoluto de los venezolanos que están dispuestos a un cambio en el país. Los regímenes hegemónicos usan el diálogo únicamente para buscar tiempo.
¿Y qué puede acordar pactar la oposición entonces?
Mientras no se pacten los derechos de los demás, estamos bien. Podemos pactar que el Gobierno sea más transparente, que respete la Constitución y el mandato que nos dio el pueblo el 6 de diciembre. El Gobierno necesita un piso de credibilidad, lo demostró enviando al Fondo Monetario Internacional los datos de las finanzas nacionales tras 12 años de silencio, aunque este gesto no va a lograr su cometido. Ya Nicolás Maduro pasó ese umbral, nada de lo que haga va a hacer que la gente le crea. Sabemos que está buscando ese piso político con nosotros, pero ya está cantado desde hace rato que la solución de esta crisis económica y social pasa por consultarle a la gente si consideran que este Gobierno es legítimo o no. Siempre va a haber diálogo y todos debemos empujar para que la situación mejore. Si resultara que él gana el referendo, pues todos los venezolanos debemos contribuir a recuperar el país.
¿Entonces ninguno cederá? ¿No hay temor a que la crisis se desborde y se lleve todo (diálogo, RR, Gobierno y oposición) por el medio?
¿Quién lo está haciendo mal? ¿Quién tiene que dar el ejemplo? ¿Quién perdió las elecciones del 6D? ¿Cuál es la institución con mayor rechazo y descrédito en el país? Esa es la responsabilidad del Gobierno. Todos los venezolanos estamos ante una crisis espantosa, aquí no se salva nadie. Pero todos estamos conscientes
de que la salida es democrática, constitucional, electoral y, sobre todo, pacífica. Pero la paciencia tiene un límite y yo creo que ésta se acabaría en el momento cuando al Gobierno y sus colaboradores se les ocurra impedir el referendo. Tienes que darle una válvula de escape al venezolano. La gente necesita participar, porque al final es la única forma, en democracia, de dirimir nuestros problemas. Todos corremos el riesgo, pero el que tiene más para perder es el Gobierno, porque ellos además se están enfrentando con la continuidad del chavismo o no.
¿Y cómo quedan las regionales?
Lo prioritario es consultarle al pueblo sobre la crisis que estamos viviendo. Las regionales son un mandato constitucional que está allí y se deben hacer cada cuatro años. Hoy por hoy las gobernaciones están destinadas solamente a pagar nómina y ni siquiera pueden honrar los aumentos salariales dictados por el Ejecutivo porque no tienen recursos. Una de las cosas que el país necesita para el cambio es que las gobernaciones tengan sentido y germanicen. Los gobernadores no son elegidos para ser unos ‘jalabolas’ de Nicolás o del gobierno de turno para que les manden los recursos. Por eso es que estamos impulsando la Ley de Hacienda Pública Estadal. Ya se aprobó en primera discusión y se está haciendo la consulta pública de cara a su segunda discusión. Aquí se puede caminar y mascar chicle al mismo tiempo, las elecciones regionales y el RR se pueden hacer al mismo tiempo y este mismo año, porque son elecciones de carácter nacional. Puedes tener una tarjetón electrónico para elegir al gobernador, otra para elegir el consejo legislativo y otra para decidir si se revoca o no el mandato de Nicolás Maduro.
¿Para este proceso sí hay confianza en el CNE?
El CNE es un no árbitro. La rectora Tibisay Lucena demostró en sus propias declaraciones del pasado jueves que no es imparcial. Si tú eres juez y una de las partes te insulta y tú no te sientes aludido, no tienes por qué inhibirte. Pero si tú reconoces que te ofendes, no puedes tener buena disposición sobre esa parte, no puedes ser objetivo. Ella no hace otra que reconocer su parcialidad en este proceso y en todos los anteriores también, porque siempre ha sido así. Esta es una pelea como las de boxeo: Lo único que hay es pelear; peso 90 Kg y voy en desventaja contra uno de 120. Me monto en el ring. Olvídate del réferi porque si te tumban cuando cuente va 1, 2 y 10. Si tú tumbas al otro te va a contar 1, 1 y 1/2, 2, 2 y 3/4… Me perdí, déjame comenzar a contar otra vez. Los jueces, el amague del de 120 kg se lo va a contar como un punto, mientras que uno sí tiene que pegar tres veces para que le cuenten uno. Es decir es una pelea que si en condiciones normales termina en 15 rounds y por decisión, tú no la vas a ganar. Pero hay una sola oportunidad y es ganarla por knock out. Así lo hicimos el 6D, la diferencia fue tan grande que no hubo forma ni manera de que el Gobierno, ni el CNE pudieran hacer algo. Si tienen miedo, no vengan a pedir tiempo.
¿Qué pasa con la representación del estado Amazonas en la AN?
Hay que ser autocríticos. No hemos sido consecuentes, hemos debido debatir con mayor frecuencia el caso de Amazonas. Lo hacemos con contundencia, debemos hacerlo más. Hemos instado al Tribunal Supremo de Justicia a que decida lo que quiera decidir. Si son nulas esas elecciones, las volvemos a hacer y las volvemos a ganar. La realidad es que también debemos debatir las otras cosas graves que pasan en el país y trabajar en las leyes que hemos sancionado, como la de los títulos de propiedad de la Misión Vivienda y los cestaticket para los pensionados, etc; lamentablemente obstaculizados por el Ejecutivo.
2016-07-09