Román Ibarra
Varias veces he escrito sobre el Presidente de la Asamblea Nacional, porque como a la mayoría de los venezolanos, me parece una persona inteligente; sensible; con talento para la política, y con un poco de suerte, además.
Desde que llegó a la presidencia de la AN -dije en otro artículo- emocionó a la mayoría, y renovó la esperanza. Pero también digo ahora, que la propuesta del cese de la usurpación; gobierno de transición y elecciones libres, se ha venido convirtiendo en un ¨mantra¨ de imposible ejecución, y eso debe corregirse; hay que buscar alternativas.
Su planteamiento sería ideal, si frente a nosotros tuviéramos como contrincante a un demócrata sensato, y no a un comunista insensible e inescrupuloso como Maduro, que además actúa según los designios de sus verdaderos amos y colonizadores como son los jerarcas de la dictadura cubana.
Frente a la tríada de su propuesta, se opone la intención tiránica de un régimen mediocre; corrupto hasta los huesos, pero sobre todo la decisión de quienes pretenden seguir exprimiendo los recursos de nuestro país, hasta dejarlo yermo, al estilo de los más pobres del mundo; como Somalia, y Gambia en África, o Haití en nuestro Hemisferio.
Siento que con el paso de los meses, y ya casi al final del año, no hemos avanzado de manera significativa de conformidad con el tamaño de la crisis, y ello ha comenzado a producir, por una parte la necesidad del régimen de incidir de alguna manera para dividir a los factores de oposición; y por la otra, la generación de laboratorios de ¨autodenominados de oposición¨ tratando de minar las posibilidades de Guaidó, y abrirle camino a otra opción según sus intereses.
Y en medio de todo, sigue creciendo la angustia y la desesperación de la gente que ve frente a sus ojos la destrucción de lo más elemental de su existencia, como el empleo; la salud; la alimentación; los hijos, y la vida.
Las encuestas revelan que un alto porcentaje de venezolanos -empobrecidos, o no- desea marcharse del país. Nos hemos convertido en una franja social que genera problemas graves en los países de acogida, y eso hay que frenarlo.
Ya es hora de asumir la política con valentía, y entender que el camino escogido no nos está conduciendo a nada. No siga usted haciendo caso a extremistas inflexibles; decídase ya por ampliar su base de sustentación e invite a todos los factores de oposición sin excepción; avance en negociaciones con el régimen para alcanzar unas elecciones libres y supervisadas; libérese de las ataduras que suponen cuatro partidos por importantes que sean, incluyendo al suyo.
El hambre y la desesperanza de los venezolanos no aguantan más castigo; hay que abrirle paso a la solución de la crisis, aunque el costo sea alto. Más caro será no lograr nada y permitir que el comunismo se quede para siempre.
El descontento sigue creciendo porque no se ve solución inmediata o mediata, y mientras tanto el régimen amalgama a los suyos. Aprovechemos el acompañamiento de la comunidad internacional para presionar interna e internacionalmente por una solución en breve; que nadie de la oposición se quede por fuera, llámelos a todos. El régimen está acorralado por su propia mediocridad e incompetencia.
Hay que negociar unas elecciones supervisadas, y ojalá que puedan hacerse parlamentarias y presidenciales simultáneamente, pero si no, enfrentemos las parlamentarias y convirtamos ese escenario en una lucha de todos los venezolanos contra el comunismo, aun en condiciones adversas como las que ofrecen siempre los tramposos.
Con la conquista de la democracia, ya habrá tiempo para que todo el que quiera aspire y compita en igualdad de condiciones. Apúrese!
2019-11-03
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