María José Martínez
Moisés Guanchez se sostiene sobre la pared para recibir a las tres funcionarias del Ministerio Público que han venido a escuchar su denuncia en su casa, en Los Teques.
Las heridas en la ingle (cerca del testículo) y en su glúteo izquierdo, producto de cinco perdigones que le disparó un Guardia Nacional Bolivariana el 5 de marzo de 2014 lo obligan a estar en cama.
-¿Tienes novia?- pregunta la psicóloga.
-No- contesta él.
-¿Por qué, no te gustan las muchachas?
-Si me gustan. Simplemente estoy soltero- responde sereno.
Luego de indagar sobre su vida y de darle recomendaciones para superar “el trauma” al joven de 19 años y mayor de dos hermanos, las funcionarias oyen la historia que la familia Guanchez recordará como el día en el que Moisés, el maraco, probó la furia de efectivos de la Guardia Nacional Bolivariana en un episodio que casi le cuesta la vida.
El inicio
Es 5 de marzo. Moisés sale a las 10:00 am de su casa al trabajo, ubicado en el local “Sabores” de la feria de comida del Centro Comercial La Cascada, en Miranda.
“Fuimos unos de los pocos negocios que abrimos, como a la 1:30 pm, porque se sentían los problemas en la calle”, cuenta.
Afuera de La Cascada, a pocos metros de la urbanización Montaña Alta, efectivos de la GNB y manifestantes libraban una batalla desde la madrugada “Atendimos algunas personas, mientras escuchábamos detonaciones y gritos de los manifestantes”, dijo.
La feria de comida se impregnó del olor de las bombas lacrimógenas, recuerda.
Moisés Guanchez hace una pausa al ver a su madre, y su abuela llorar. Ambas mujeres deciden salir de su habitación.
“Después que vemos a dos guardias comprar comida china” -continúa el relato- “la seguridad de La Cascada nos manda a cerrar y a desalojar.
Pero todas las entradas del centro comercial quedaron selladas”, expresa.
Eran las 3:00 pm. “Bajamos por los ascensores al estacionamiento. Allí había otros trabajadores. Ninguno pudo salir. Intentamos hablar con uno de seguridad, pero nos dijo que no tenía permiso de abrir”.
A quemarropa
Fue en aquel momento cuando una ráfaga de disparos lo sorprende. Cinco efectivos motorizados de la GNB que pasaban frente al centro comercial La Cascada, descargaron sus balas contra quienes “quedamos presos en el estacionamiento”.
La muchedumbre desesperada busca refugiarse en el centro comercial. Allí estaban algunos visitantes: niños, embarazadas y ancianos.
Moisés y uno de sus compañeros del trabajo se lanzan al suelo, “a esperar que pasaran las motos” y evitar que “nos dieran (…) cuando dejamos de escucharla nos levantamos”.
Minutos después vuelven a ser sorprendidos. Un grupo de motorizados de la GNB entra disparando, de manera inexplicable, desde el estacionamiento al centro comercial.
“Mi compañero se va por el lado izquierdo y yo por el derecho. Allí una moto me tranca el paso”.
El primer parrillero de la Guardia le lanza una lluvia de perdigones que logra evadir al correr. Una segunda moto aparece y dispara a los que corrían al interior de La Cascada.
Sin detenerse, Moisés continúa de prisa cuando es alcanzado por otro motorizado –el tercero- que le apunta directamente al rostro. Su hombro izquierdo le sirve de escudo para salvar su cara de los primeros perdigones que recibe.
“Sigo corriendo porque el guardia me dispara”. Pero el ardor de una nueva herida le carcome la piel y retarda su paso. Ha recibido otro perdigón en el glúteo izquierdo.
“Me lanzo a la grama para evitar una cuarta moto. Caigo al suelo y allí me alzan los dos guardias que la conducían. “Levántese, usted está en calidad de detenido’, me dicen uno de los cinco guardias que me rodean. Luego me golpean con el puño en las costillas y me llevan ante el que me había disparado las dos veces”.
Frente a su agresor y sostenido de ambos brazos Moisés recibe, a menos de un metro, otro perdigón a quema ropa que le lanza el militar, en dirección a sus genitales.
“Logré salvarme. Quería dispararme en los testículos, pero como me moví la bala llegó a la ingle”, expresó.
Amenazas de muerte siguen hasta el hospital
Antes de que Moisés Guanchez llegara al Hospital Victorino Santaella, en el estado Miranda, los médicos habían atendido a otro joven que cayó herido de un disparo en la Plaza Sucre del sector Montaña Alta. Su imagen al igual que la de Moisés fue difundida en las redes sociales.
Por estos días ha sido rutina para los galenos atender a los heridos que llegan por las protestas, mientras la guardia presiona su entrega para encarcelarlos con prontitud.
“Te vas a morir”. Para Moisés el camino al hospital transcurre entre ofensas y amenazas de los guardias, al tiempo que lo despojan de su cartera; 500 Bs. en efectivo, dos teléfonos, que luego recupera, y una pulsera de acero.
“‘Te vas a morir’ -señalaban- ‘No vas tener familia. Voy a decirles que te corten la pierna, yo tengo un conocido en el hospital’, me afirmó uno de ellos. Yo solo me concentraba en no perder el conocimiento, porque me advertían que me dejarían en el camino si moría”.
Una vez en el hospital, los camilleros intentan auxiliar al muchacho, pero los guardias lo impiden y lo hacer trotar hasta la emergencia.
“La doctora ordena que me quiten las esposas, como se rehúsan pide una cizalla para romperlas, y ahí mismo los guardias sacan las llaves y me las quitan”.
El joven es llevado de urgencia a cirugía. La decisión de salvarle la vida provoca una acalorada discusión – que incluyó amenazas entre los médicos y los efectivos que insistían apresarlo.
Sus familiares que ya se habían enterado de su retención por las redes sociales, y a quienes el personal médico aviso de su llegada, también se enfrentaban a los militares, recuerda su madre, Mónica Fernández.
Los ánimos se exacerban cuando amigos y parientes ven pasar a un guardia con el bolso de Moisés.
“Lo rodeamos para exigirle que nos mostrara el morral que se veía abultado. Cuando lo abrió, vi unas bombas molotov. La gente se enfureció y el guardia se fue”, narró Jesús Pinto, de 19 años de edad, compañero de trabajo de Guanchez.
Se investiga. En el expediente MP.113746-2014 de la Fiscalía reposa la denuncia por violación a Derechos Humanos contra Moisés Guanchez.
¿Qué pasó el 5 de marzo en Miranda?
El sector de Montaña Alta, ubicado al frente del centro comercial La Cascada, fue el escenario de una batalla campal que comenzó a las 4:30 am con una barricada en medio de la carretera Panamericana.
Ninguno de los locales pudo abrir sus puertas. Las barricadas impedían el paso.
Vecinos y comerciantes de la zona aseguran que ese día, y los que siguieron, fue excesiva la presencia de efectivos militares.
“Fue una arremetida brutal. A las 6:30 am la guardia ya controlado todo y siguieron disparando gas a los apartamentos. Eso caldeó los ánimos de la gente que se enfrentaba. No respetaron edades ni condiciones humanas. Estaban como locos”, señaló Alfredo Rodríguez, de 30 años de edad y habitante en la comunidad.
El olor de las bombas llevó al personal médico del Centro Docente Los Altos, también ubicado en el sector, a desalojar a los pacientes de sus habitaciones. “Incluso nos tocó atender algunas personas mayores que no eran pacientes, porque estaban ahogadas”, comentó Yuleida Luna, de 25 años de edad, trabajadora en la clínica.
Los habitantes pudieron ver, además de Moisés Guanchez, al joven que cayó herido en la plaza Sucre del sector.
“Todo el mundo vio cuando el guardia le apuntó a la patrulla de policarrizal para llevárselo preso”, contó Augusto Fernández, de 22 años.
Siembras de molotov
De acuerdo con el acta policial, el joven lanzaba bombas molotov en las protestas del 5 de marzo.
El documento afirma que llevaba 20 bombas molotov, dos “miguelitos” y 30
metros de alambres de púas.
Su familia denuncia que el material fue sembrado para justificar los abusos.
Mientras, en la audiencia del 7 de marzo, cuando se encontraba hospitalizado, se le imputan los delitos de desacato a la ley y alteración del orden público. Además de su vinculación con el robo de dos motos.
Ninguno de estos hechos pudo ser comprobado.
Guanchez quedó en libertad plena por el tribunal.
Domingo 6/4/2014