Los gimnasios emocionales se han convertido en la nueva sensación del bienestar en Nueva York. Estos espacios, impulsados por psicólogos, terapeutas y coaches, buscan fortalecer la empatía, la autoconciencia y la regulación emocional a través de rutinas guiadas, al igual que un entrenamiento físico.
En lugares como The Emotional Gym NYC o Empathy Lab, los participantes “ejercitan” la mente y el corazón mediante talleres semanales de comunicación no violenta, manejo del estrés y escucha activa.
Entrenar la empatía como si fuera un músculo
Las sesiones duran entre 60 y 90 minutos y están diseñadas para desarrollar la inteligencia emocional. Los asistentes practican cómo escuchar sin interrumpir, controlar la frustración o conectar con los demás.
De acuerdo con The New York Times, esta tendencia responde al deseo de reconexión humana en una sociedad hiperconectada, donde el aislamiento y la ansiedad se dispararon tras la pandemia.
En barrios como Brooklyn y Manhattan, algunas empresas incluso han incorporado programas de “fitness emocional” en sus espacios laborales, con el fin de mejorar el liderazgo y las relaciones interpersonales.
Instituciones como la Universidad de Columbia y publicaciones como Harvard Business Review o Time Magazine ya estudian el impacto del entrenamiento empático en el bienestar y la productividad.
Una práctica en auge con retos por resolver
El mercado del “mental fitness” crece rápidamente, pero también enfrenta críticas. La falta de regulación ha permitido la aparición de coaches sin formación clínica, lo que genera dudas sobre la calidad de algunas propuestas.
Aun así, los defensores aseguran que la empatía puede entrenarse como cualquier otra habilidad humana. “Si no la usas, la perderás”, dice el blog Bonfire Training, mientras la fundadora de The Class, Taryn Toomey, afirma que “sentir las emociones en el cuerpo libera la mente”.
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