La grasa visceral, también conocida como grasa intraabdominal, es el tejido adiposo que se acumula alrededor de los órganos internos en la cavidad abdominal. A diferencia de la grasa subcutánea, que se encuentra debajo de la piel, la grasa visceral tiene una mayor actividad metabólica y se asocia estrechamente con diversas enfermedades metabólicas, incluida la diabetes mellitus tipo 2 (DM2).
Según publicación de National Geographic, la acumulación de grasa visceral está directamente relacionada con el desarrollo de resistencia a la insulina, una condición en la cual las células del cuerpo no responden eficazmente a la insulina, lo que conduce a niveles elevados de glucosa en sangre y, eventualmente, al desarrollo de DM2. Este tipo de grasa es especialmente activo desde el punto de vista hormonal, ya que segrega adipoquinas que pueden alterar la tolerancia a la glucosa.
Además, la grasa visceral produce resistina, una hormona que se ha correlacionado directamente con la resistencia a la insulina. Estudios han confirmado que niveles elevados de resistina sérica están asociados con la obesidad central y la DM2. Por otro lado, la vaspina, una proteína inhibidora de la enzima serina proteasa secretada por el tejido adiposo visceral, actúa como sensibilizador de la insulina y posee efectos antiinflamatorios, lo que podría contrarrestar la resistencia a la insulina.
Impacto de la reducción de la grasa visceral en el manejo de la diabetes tipo 2
La reducción de la grasa visceral es fundamental en el manejo de la DM2, ya que su disminución mejora la sensibilidad a la insulina y el control glucémico. Intervenciones como la cirugía bariátrica han demostrado ser efectivas en la reducción de la grasa visceral, lo que conlleva una mejora significativa en la resistencia a la insulina y una disminución del riesgo de enfermedades cardiovasculares asociadas.
Además, la redistribución de la grasa del depósito visceral a sitios subcutáneos, inducida por ciertos tratamientos farmacológicos como las tiazolidinedionas (TZD), puede aumentar la sensibilidad a la insulina. Aunque las TZD pueden provocar un aumento de peso, este se debe a una redistribución de la grasa hacia depósitos menos perjudiciales, lo que mejora la acción de la insulina y el control glucémico.
Nuevas perspectivas terapéuticas y estudios recientes
Recientemente, se ha descubierto que componentes del aceite de oliva, como el ácido oleico y los polifenoles, mejoran la función de la insulina y reducen la inflamación, factores clave en la resistencia a la insulina. Estos hallazgos sugieren que el consumo de aceite de oliva podría activar genes que descomponen las grasas de manera eficiente, previniendo la acumulación de grasa visceral y proporcionando beneficios potenciales para la DM2.
Por otro lado, la liposucción, aunque efectiva para eliminar la grasa subcutánea, no es adecuada para reducir la grasa visceral. La eliminación de la grasa visceral requiere cambios en el estilo de vida, como una dieta equilibrada y ejercicio regular, que han demostrado ser efectivos en la reducción de este tipo de grasa y en la mejora de la salud metabólica.
La grasa visceral desempeña un papel crucial en el desarrollo y la progresión de la diabetes tipo 2 debido a su influencia en la resistencia a la insulina y la inflamación sistémica. La reducción de este tipo de grasa, ya sea mediante intervenciones quirúrgicas, farmacológicas o cambios en el estilo de vida, es esencial para mejorar la sensibilidad a la insulina y el control glucémico. Además, nuevas investigaciones apuntan a componentes dietéticos, como el aceite de oliva, que podrían ofrecer beneficios adicionales en la gestión de la grasa visceral y la diabetes tipo 2.
Visita nuestra sección Variedades
Mantente informado en nuestros canales
de WhatsApp, Telegram y YouTube