Aunque tanto las frutas como los refrescos contienen azúcar, existen diferencias importantes en cómo afectan al organismo, debido al tipo de azúcar, su contexto nutricional y la forma en que el cuerpo los procesa.
Frutas
Contienen azúcares naturales, principalmente fructosa, glucosa y sacarosa, pero estos azúcares vienen acompañados de fibra, agua, vitaminas, minerales y antioxidantes.
Esta combinación hace que la digestión sea más lenta, lo que ayuda a evitar picos bruscos de glucosa en sangre. Además, la fibra promueve la saciedad, lo que significa que es más difícil consumir grandes cantidades de azúcar solo comiendo fruta. Por ejemplo, una manzana tiene unos 10 gramos de azúcar, pero también contiene fibra que ralentiza su absorción.

Refrescos
Suelen contener azúcares añadidos, principalmente jarabe de maíz alto en fructosa o sacarosa refinada. Estos azúcares son rápidamente absorbidos por el cuerpo, ya que no están acompañados de fibra ni de otros nutrientes beneficiosos.
Esto provoca un aumento rápido de la glucosa en sangre, seguido por una caída, lo que puede llevar a antojos, fatiga y, con el tiempo, resistencia a la insulina. Además, los refrescos no aportan saciedad, por lo que es fácil consumir grandes cantidades sin darnos cuenta.
El consumo excesivo de azúcares añadidos, como los de los refrescos, se ha asociado con un mayor riesgo de obesidad, diabetes tipo 2, enfermedades del corazón y caries dentales. En cambio, el consumo de frutas se relaciona con beneficios para la salud, incluyendo un menor riesgo de enfermedades crónicas y una mejor salud digestiva.
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