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Cinco improvisaciones en la historia de los astronautas

Martes, 29 de julio de 2014 a las 07:30 pm
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BBC

"Houston, tenemos un problema". Palabras inmortales que se han convertido en un sinónimo de emergencia, no solo en el espacio sino en cualquier lugar de la Tierra. (En realidad la frase de la película Apollo 13 sería incorrecta, ya que la frase original fue "Houston, hemos tenido un problema").

Las misiones espaciales están planificadas a la perfección: cada acción y cada protocolo son seguidos hasta en el más mínimo detalle. Pero a veces surgen los percances y las emergencias.

En ocasiones, se pueden resolver utilizando sensores y equipos sofisticados. Otras veces pueden ser tratados desde el control de misión en la Tierra. Pero en algunos casos, la única opción es que el astronauta ponga sus manos a la obra, utilizando lo que encuentre a su alrededor y un poco de conocimiento de bricolaje.

De hecho, es increíble lo que se ha tomado, doblado e improvisado para salvar la vida de los astronautas.

En homenaje a esos viajeros cósmicos que han sabido mantener su cordura cuando cualquiera de nosotros la hubiera perdido, aquí está nuestro resumen de los cinco trucos más memorables de la carrera espacial:

1. El matamoscas del transbordador espacial


Si alguna vez los programas espaciales se parecieron a la secuencia de apertura de la película Gravedad, fue a principios de la década de 1980.

Si bien ninguno de los astronautas tenía el aspecto de George Clooney, a menudo se los veía realizando caminatas espaciales, reparando satélites y por lo general parecían estar pasando un buen rato.

En abril de 1985, nueve meses antes del desastre del Challenger, la tripulación del transbordador espacial Discovery desplegó el satélite LEASAT-3. Pero en cuestión de minutos fue evidente que algo andaba mal: las antenas del satélite no habían podido desplegarse.

En lugar de abandonar el satélite de US$85 millones, la tripulación se puso a trabajar en la elaboración de un dispositivo rudimentario que pudiera ser utilizado para activar una palanca que se encontraba en un costado del satélite.

Apodada el ‘matamoscas’, esta varilla espacial improvisada fue construida utilizando las coberturas plásticas de los manuales de la nave espacial, cinta adhesiva y un poste de metal.

Los astronautas David Griggs y Jeff Hoffman llevaron a cabo una caminata espacial no programada para unir el matamoscas al brazo robótico y Rhea Seddon intentó resucitar al satélite. Por desgracia, la antena no pudo ser desplegada.

Pero no todo estaba perdido. Durante otra misión espacial en agosto, los astronautas James Van Hoften y William Fisher lograron incorporarle un nuevo módulo al satélite y pudo ser colocado en órbita con éxito.

2. Moscú, tenemos un problema


A las 12:05 pm del 25 de junio de 1997, el cosmonauta Vasili Tsibliyev hizo los ajustes finales para acoplar manualmente la estación espacial Mir con la nave espacial no tripulada Progress.

Cuando Tsibliyev se dio cuenta que algo andaba realmente mal, ya era demasiado tarde.

El Progress se estrelló contra el costado de la estación, se produjo un temblor y la alarma maestra se disparó.

Con sus oídos que parecían estallar por la repentina caída de presión causada por una fuga de aire, el miembro estadounidense de la tripulación, Michael Foale, siguió el protocolo y se dirigió a la cápsula Soyuz (la ruta de escape de la estación dañada). Pero sus dos compañeros de tripulación, Tsibliyev y Aleksandr Lazutkin tuvieron ideas diferentes.

Lazutkin estaba convencido de que el Progress golpeó una sección de la estación llamada Spektr. Decidió que la única manera de salvar a la estación y de aislar la fuga de aire era sellando el módulo Spektr, por lo que comenzó a separar frenéticamente las conexiones de las decenas de cables que serpenteaban a través de la escotilla del módulo. Sin embargo, algunos no podían ser separados.

En medio de la desesperación, encontró un pequeño cuchillo y furiosamente cortó hasta el último de los cables antes de empujar la tapa de escotilla en su lugar.

Este no fue el único desastre casi fatal de la estación Mir, pero sí el único en el que la cuchillería espacio salvó el día.

3. Jugando golf en la Luna


Era febrero del año 1971 y el comandante del Apollo 14 Alan Shepard, el primer estadounidense que llegó al espacio, se preparaba para su segundo día en la Luna. Después de un rápido desayuno, Shepard y el piloto del módulo lunar Ed Mitchell descendieron por la escalera para un día entero de exploración de la geología lunar.

Ellos fueron los miembros de la primera tripulación que utilizó un carro de dos ruedas, el transportador de equipos modulares, al cual arrastraron por la superficie lunar y rápidamente llenaron de rocas.

La pareja quedó agotada al trepar por la ladera de un cráter y el control de misión quería que vuelvan al módulo. Pero Shepard debía realizar una última tarea.

"Houston -dijo Shepard, sosteniendo el largo mango del dispositivo que se utiliza para recoger muestras de rocas- ¿podrían reconocer lo que tengo en mi mano?".

En la sala de control, todos se quedaron mirando a los monitores de video. "Lo que pasa es que tengo un auténtico hierro seis en la parte inferior".

Sin que nadie lo supiera, Shepard había improvisado un palo de golf. Metió la mano en su bolsillo y sacó una pelota, la dejó caer en el polvo y se balanceó con el palo de golf. A pesar de la ráfaga de polvo, la pelota viajó apenas unos pocos metros. El resultado obtenido con la segunda pelota fue mucho más satisfactorio, formando una curva en la distancia.

Desde entonces, se ha debatido mucho sobre el alcance de la pelota: sólo un retorno a la Luna esclarecerá cuánto viajó la pelota realmente.

4. La pluma especial de Buzz


Tantas cosas podían ir mal con el plan de alunizaje del hombre (desde la masiva explosión del cohete Saturn 5 en la plataforma de lanzamiento hasta el incendio de la cápsula al reingresar), que fue algo relativamente menor lo que dejó a la tripulación varada.

Después de regresar de su primer paseo por la Luna, Buzz Aldrin notó un objeto extraño en el polvo que había en el piso del módulo de aterrizaje lunar. Pudo ver que era la parte superior de un disyuntor esencial, el cual encendería al cohete para sacarlos de la superficie.

En otras palabras, un interruptor se había roto y a menos que fuera reparado, no irían a ninguna parte.

Aldrin avisó a los controladores en tierra, quienes se pusieron a trabajar para dar con una solución.

Mientras tanto en la Luna, Aldrin y Armstrong miraban a su alrededor buscando improvisar una solución y en un momento de inspiración, Aldrin se dio cuenta que si enganchaba la punta de un rotulador no conductor en el interruptor roto podría hacer que los contactos se tocaran entre sí y por consiguiente volver a casa.

En el momento del despegue, su teoría funcionó y así nació otra leyenda de los trucos espaciales.

5. Cómo encajar una clavija cuadrada en un agujero redondo


Ninguna lista estaría completa sin el último truco espacial, el cual salvó a la tripulación del Apollo 13 de la asfixia.

Era el 13 de abril, 09:08 pm, a 200.000 millas de la Tierra. La tripulación del Apollo 13 llevaba dos días en su misión, dirigiéndose a toda velocidad hacia la Luna a 25.000 millas por hora, cuando una fuerte explosión resonó en la nave espacial.

Después de sobrevivir a la explosión, la tripulación del Apollo 13 dispuso a su nave en una trayectoria que viajaba alrededor de la Luna y luego de regreso a la Tierra. El viaje tomaría cuatro días y su supervivencia dependería del módulo de aterrizaje lunar (acoplado a la cápsula Apollo).

Este bote salvavidas espacial les suministraría energía, oxígeno y dióxido de carbono del aire utilizando botes de hidróxido de litio.

Sin embargo, el módulo de aterrizaje había sido diseñado para mantener respirando a dos miembros de la tripulación durante dos días en la superficie lunar, no a tres hombres en el espacio.

Como resultado, no había suficientes botes de hidróxido de litio a bordo para mantener la calidad del aire.

La solución obvia consistía en utilizar botes de la cápsula, pero los que estaban en el módulo de aterrizaje entraban en un agujero redondo y los de la cápsula eran cuadrados. Un error de diseño que dejó a los controladores de la misión tratando literalmente de encajar una clavija cuadrada en un agujero redondo.

En una sala en Houston, los ingenieros se pusieron a trabajar en la elaboración de un procedimiento para la construcción de un purificador de aire utilizando únicamente aquellos materiales que se encontraban a bordo del Apollo 13.

Al aumentar los niveles de dióxido de carbono, la tripulación recibió las instrucciones y equipados con dos botes de hidróxido de litio, las cubiertas del plan de vuelo, bolsas de plástico, cinta adhesiva gris (con seguridad la misma marca que se utilizaría más tarde para el matamoscas del transbordador espacial) y un calcetín empapado, se pusieron a trabajar.

Les llevó una hora para construir el artilugio, que terminó pareciéndose a una suerte de buzón estadounidense. En cuanto los astronautas lo conectaron, los niveles de dióxido de carbono comenzaron a caer.

Lo que es realmente impresionante es que cuando más tarde compararon al que habían construido en tierra con el que habían construido en el espacio, se veían exactamente iguales.

Entonces, ¿qué lecciones podemos aprender de estos trucos realizados en el espacio? En primer lugar, que vale la pena mantener la calma en situaciones bajo presión, incluso cuando la nave tiene una fuga de oxígeno en las más oscuras profundidades del espacio.

En segundo lugar, que la capacidad de improvisación es esencial para cualquier astronauta.

Y en tercer lugar: asegurarse de llevar siempre una buena cantidad de cinta adhesiva.

2014-07-30