La hipertensión es una de las enfermedades más comunes del mundo ya que se estima que más de mil millones de adultos la padecen, no obstante, es un padecimiento que, aunque no se cura, puede ser fácilmente tratado.
Esto ocurre cuando la fuerza que ejerce la sangre contra las paredes de las arterias es constantemente demasiado alta. Esto aumenta la carga de trabajo del corazón y los vasos sanguíneos, lo que con el tiempo puede causar daños graves.
¿Por qué se origina la hipertensión?
En la mayoría de los adultos, no hay una causa única identificable, sino que se desarrolla gradualmente a lo largo de los años debido a una combinación de factores.
Sin embargo, los genes juegan un papel muy importante debido a que el riesgo aumenta a 2.4 si se trata del hijo de una persona hipertensa, según los estudios.
Igualmente, el riesgo aumenta a medida que envejecemos porque las arterias se vuelven más rígidas. La edad común para las personas hipertensas es entre los 30 y 80 años.
Otros factores que afectan son el consumo excesivo de sal, la falta de actividad física y el consumo de alcohol o tabaco, a su vez con la obesidad ya que el exceso de peso obliga al corazón a bombear con más fuerza para suministrar oxígeno a los tejidos.
Existe también la hipertensión secundaria, que aparece repentinamente debido a condiciones subyacentes como problemas renales, apnea del sueño o trastornos de la tiroides.
¿Cómo se controla la presión?
Para controlar la hipertensión, el pilar fundamental es adoptar un estilo de vida saludable que reduzca la carga sobre el corazón, siempre y cuando sea monitoreado por un cardiólogo.
Esto implica disminuir drásticamente el consumo de sal, mantener un peso adecuado y realizar al menos 30 minutos de ejercicio moderado al día, como caminar a paso ligero.
Además, una alimentación rica en frutas, verduras y granos integrales ayuda a flexibilizar las arterias y mejorar la circulación de forma natural.
Es importante señalar que no existe un tratamiento único; se personaliza según el paciente y bajo las indicaciones de un profesional.
Asimismo, esta enfermedad se trata mas no se cura, por lo que el tratamiento es permanente y no medicarse correctamente representa un gran riesgo para la salud.
Para saber si una persona es hipertensa, se utilizan las mediciones (120/80 mmHg) de la presión sistólica y la diastólica.
La sistólica es el número alto que es cuando el corazón late, la diastólica, el número bajo, es cuando el corazón descansa.
De tal manera que si los valores de una persona son iguales o superiores a 130/80 mmHg de forma sostenida, es decir, en varias mediciones distintas, se le considera hipertensión.
Cabe destacar que en Europa la consideran presión alta a partir de 140/90.
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