La "Orejona" ya está en casa. El Paris Saint-Germain, finalmente, rompió su maleficio en la UEFA Champions League, desatando una euforia largamente contenida en la capital francesa. Pero en medio de la celebración, una sombra de ironía se proyecta sobre la figura que hasta hace poco era su máximo estandarte: Kylian Mbappé.
"Por fin ha llegado el gran día", escribió Mbappé en su Instagram, un mensaje que resuena con la promesa incumplida de su propia era en el club. "La victoria de todo un club por todo lo alto", añadió, una frase que bien podría interpretarse como un reconocimiento distante, ahora que el trofeo más codiciado de Europa aterriza en París, pero sin él en la foto.

La partida de Mbappé no fue un adiós silencioso. Luis Enrique, el arquitecto de esta victoria, no se mordió la lengua cuando vaticinó que el equipo podría, incluso, "jugar mejor" sin la estrella francesa. Y la Champions, ganada con un colectivo férreo y un brillo repartido, parece dar la razón a una apuesta que pocos creían posible sin el talento desbordante de Mbappé.
Este título histórico no solo cierra un capítulo de frustraciones para el PSG, sino que abre otro de redefinición de identidad. La victoria es un eco resonante de que el club no depende de un solo nombre para alcanzar la gloria máxima. Mientras París se rinde ante sus nuevos héroes, el eco de Mbappé, desde su nueva orilla, quizás se pregunte qué habría sido si el "gran día" hubiera llegado un año antes.
Visite nuestra sección Deportes.
Mantente informado en nuestros canales de WhatsApp, Telegram y YouTube.