DPA
Guillermo de Inglaterra y su esposa Kate tuvieron una agitada jornada en Nueva Zelanda, aunque lo más intenso fueron los rumores acerca de un nuevo embarazo que desató el propio príncipe con un comentario luego relativizado.
En cualquier caso, la propia duquesa de Cambridge se encargó de desmentir con sus actos que el futuro hermano o hermana del príncipe Jorge esté ya en camino, al beber alcohol en una cata de vinos y subirse junto con su marido a un bote para realizar una excursión a velocidad de vértigo en el río Shotover, cerca de Queenstown, en la Isla Sur.
La versión sobre el posible embarazo surgió por un comentario que el príncipe Guillermo le hizo el sábado a Cynthia Read, la mujer que confeccionó la mantilla de lana que Nueva Zelanda regaló a Jorge para su nacimiento.
El duque estaba hablando con Read y él le dijo que "pronto iba a tener que hacer otra", relató la mujer a los medios. "La forma en que Guillermo lo dijo fue como si estuviera lanzando una indirecta, contándome un secreto", añadió.
Sin embargo, Read interpretó más que oyó, porque un canal de televisión que tenía grabada la charla mostró que el príncipe no dijo que "pronto" debería tejer otra mantilla, sino "en algún momento".
Tras la misa de la mañana, el domingo estuvo dedicado a actividades de esparcimiento para la pareja. Mientras tanto, su bebé de ocho meses se quedó en Wellington con su niñera Maria Borrallo, con quien pasará incluso la noche, ya que sus padres pernoctaron en Queenstown, se cree que en el Matakauri Lodge, un hotel boutique con vistas panorámicas al lago y las montañas.
Por la mañana los duques arribaron a la ciudad de Dunedin, en el séptimo día de su gira por Nueva Zelanda y Australia, que finaliza el 25 de abril. En el aeropuerto fueron recibidos por representantes de Ngai Tahu, la principal iwi (tribu) maorí. La duquesa se agachó para dar a un niño el tradicional saludo maorí, el hongi, en el que las dos personas unen sus narices y frentes.
Tras la misa, los duques asistieron en el estadio de Dunedin ante 8.000 personas a un partido de rugby -en versión adaptada y no violenta para niños de siete y ocho años- en el que resultó ganador el equipo al que Guillermo hacía de entrenador, con lo que el príncipe se tomó revancha de la derrota que había sufrido el viernes ante su mujer en una regata.
Por su parte, Kate, que había cambiado su vestido de la mañana por vaqueros y zapatillas, no daba ninguna impresión de estar embarazada. Durante la celebración religiosa había llevado un vestido azul y un broche con forma de helecho, símbolo nacional de Nueva Zelanda, que causó sensación.
Tras la cata en el viñedo de Amisfield, ambos subieron al bote con el que Queenstown hizo honor a su fama de capital de la aventura de Nueva Zelanda, al recorrer el cañón del río a una velocidad de 85 kilómetros por hora, con giro de 360 grados incluido.
"Sabía que iba a ir rápido, pero no tan rápido", comentó Guillermo al bajar del barco sin perder la sonrisa en ningún momento, al igual que Kate.
El lunes la pareja visitará Christchurch, donde en 2011 un fuerte terremoto mató a 185 personas y destruyó numerosos edificios.
2014-04-13