Jesús M. Gambús|[email protected]
Si el enfriamiento de la calle tras las tensiones de abril a julio de este año cambiaron los registros internos de los termómetros, otra medición se aprecia en los escenarios diplomáticos.
Estados Unidos tensa aún más la cuerda al gobierno de Nicolás Maduro y lanza una invitación a la comunidad europea para que tome sanciones similares contra los representantes del chavismo, en defensa de los valores democráticos.
Venezuela está de primera en la agenda latinoamericana del presidente Donald Trump y el esfuerzo de Washington por darle un giro a la crisis venezolana es, cerrándole el cerco al Ejecutivo venezolano, con la ayuda de Colombia, Perú, Brasil y México, entre otros.
Los esfuerzos en la Organización de Estados Americanos no da aun los frutos que promete la Carta Democrática, pero buscando salidas alternativas, el llamado Grupo de Lima, la instancia liderada por los países más importantes de la alianza hemisférica, va a seguir en su empeño de acelerar los cambios en Venezuela.
Otro catalizador importante es el secretario general de la OEA, Luis Almagro, que con sus informes han divulgado las violaciones de Derechos Humanos en Venezuela, y la fragilidad democrática.
Un nuevo aliado en la presión internacional es la cancillería de Ottawa, con la congelación de activos y la prohibición de que ciudadanos canadienses, dentro y fuera del país, mantengan relaciones económicas con los sancionados.
Ante la Corte Internacional, Otro frente de combate de Maduro y la comunidad internacional se abre en la Corte Penal Internacional (CPI) que tiene en sus manos las acusaciones de «torturas sistemáticas» en Venezuela. Según esta organización de estudios sobre América Latina con sede en Praga
Amenazas. La carta de la reiprocidad ante las sanciones estadounidenses anunciada en las Naciones Unidas en el canciller Jorge Arreaza, no pasa de ser parte de un titular, que de una acción concreta.
La representación diplomática de EEUU en Caracas opera con un equipo reducido desde las marcadas diferencias que se establecieron desde la época de Chávez.
Tampoco se ve factible, apuntan los observadores, una medida de reciprocidad al gobierno de Mariano Rajoy, otra de las voces que se ha unido a los reclamos de Trump a Maduro.
Una acción contra España, , implicaría un riesgo grande, ante la comunidad europea que , aunque critica la descomposición política, social y económica venezolana, se mantiene comedida.
2017-09-29