¿Has sentido tanto calor que no te deja dormir? No estás solo, esto es normal que les pase a muchas personas en determinada época del año, pues, aunque algunas noches son más frescas que otras, también es posible que el calor llegue a ser insoportable.
Cuando esto ocurre, empiezas a moverte de un lado a otro te paras a abrir las ventanas, encender el ventilador o el aire acondicionado, etc., y esto a la larga te causa insomnio e impide descansar.
¿Por qué el calor no te deja dormir?
Es posible que el sudor sea la causa de tu mal dormir, pero también puede deberse a los cambios constantes de posiciones para buscar una con la cual te sientas más cómodo y evitar que la piel se caliente en exceso.
Sin embargo, expertos indican que el calor puede alterar los patrones de sueño y aumentar la somnolencia.
Desde la Facultad de Medicina de la Universidad de Pensylvania, el profesor Philip Gehrman señala al respecto que, “la temperatura del cuerpo cambia a lo largo del día y por la noche es mayor, es más, alcanza su temperatura más alta apenas dos horas antes de empezar a sentir sueño.”
Pero, además, las temperaturas muy altas también inciden en las hormonas y, por tanto, el ritmo cardíaco se descoordina y hace que nos despertemos cada cierto tiempo.
Base científica
Por su parte, según refiere el sitio web La Vanguardia existe una explicación con base científica, y es que, el calor no solo incómoda y altera los procesos naturales que regulan el sueño, también afecta tu energía, tu concentración y tu rendimiento a consecuencia del mal dormir.
Todo esto ocurre porque el sueño depende del ciclo circadiano, el cual regula la melatonina y también baja la temperatura corporal, explica la nutrióloga, Vero Olivares.
“La melatonina es una hormona producida principalmente por la glándula pineal en respuesta a la oscuridad. Su síntesis comienza al anochecer, alcanza su pico en la madrugada y disminuye al amanecer”.
En tal sentido, cuando la temperatura de la habitación es alta, al cuerpo le cuesta más reducir su temperatura interna, e impide que la melatonina actúe con eficacia, y, por tanto, hace que cueste más conciliar el sueño o alcanzar un descanso profundo.
Incluso, es posible que cuando hace calor, el cerebro produzca menos melatonina de lo habitual, y esto agrava la situación al dormir.
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