EFE
Del retrato formal al óleo que sólo los más pudientes se hacían por encargo a la autofoto al alcance de todos con teléfono móvil en cualquier situación y lugar: ése el viaje que propone una original exposición en Johannesburgo.
La muestra, titulada de "Del ‘sitting’ (sentado) al ‘selfie’ (autorretrato)" y abierta hasta septiembre en la Galería del Standard Bank, es una retrospectiva de autores sudafricanos y extranjeros cuyas obras están presentes en colecciones de Sudáfrica.
"Es una mirada a cómo ha cambiado la estructura de la fotografía", explica a Efe Barbara Freemantle, comisaria de la exposición, que recorre la historia del retrato personal desde el siglo XVII a la actualidad.
La idea nació al calor de la polémica en torno al primer retrato oficial de la duquesa de Cambridge Kate Middleton, esposa del príncipe Guillermo de Inglaterra.
Obra del sudafricano Paul Emsley, la representación de la duquesa -a juicio de muchos comentaristas envejecida, triste y ordinaria respecto a su imagen real- recibió virulentas críticas en los círculo artísticos y cortesanos del Reino Unido.
"Como hemos visto en otras ocasiones, la gente se implicó de una forma muy emocional", dijo Freemantle sobre la controversia.
La pasión con que se debatió sobre el asunto le hizo reflexionar, y decidió explorar con esta exposición el significado de los retratos en la vida de las personas, cuya evolución a lo largo del tiempo es, en su opinión, meramente formal.
"El sentido, la motivación del ‘selfie’ es el mismo que el de los primeros retratos: el deseo de ser visto, de mostrarse de una determinada manera, en una situación, lugar o acompañado de alguien", declara la comisaria en su despacho de la galería.
Como se aprecia en la muestra, los cambios a través del tiempo apuntan, en primer lugar, al estilo y la temática.
Los retratos son, del siglo XVII en adelante, básicamente por encargo, reservados a los notables que pueden permitirse pagar al pintor o a los hombres públicos, virtuosos o poderosos dignos de recibir homenajes.
Entre ellos llaman la atención óleos del escritor británico Ruyard Kipling, el explorador David Livingstone o el expresidente sudafricano Paul Kruger.
Después, el propio artista se convierte en el tema y se representa a sí mismo.
Y mientras proliferan nuevos estilos más alejados formalmente de la realidad, el abanico de personajes se abre a clases o grupos sociales hasta entonces ignorados en los lienzos.
En el caso sudafricano, el siglo XIX trae consigo los retratos de escenas y figuras de la vida nativa, casi siempre anónimas y arquetípicas, entre las que destacan óleos o litografías del "sangoma" (brujo tradicional), el jefe tribal o la sirvienta del señor blanco.
Se trata de una democratización temática, pero no real, ya que el nuevo sujeto representado no elige serlo, ni la perspectiva desde la que se le caracteriza.
Paralelamente, cada vez más mujeres empiezan a pintar, y el sexo femenino toma protagonismo en los retratos, un fenómeno que se refleja en Sudáfrica en la obra de pintoras como Irma Stern o Dorothy Kay.
La llegada de la fotografía y su popularización masiva supone un paso decisivo hacia la democratización real y permite, junto a las tecnologías de edición, el desarrollo de nuevos modelos, con autores revolucionarios como Andy Warhol o Michael Subotzky, presentes en la exposición.
Pero es la reciente incorporación de cámaras de foto de calidad a los teléfonos móviles la cima democrática del retrato, recogida en la muestra a través de un vídeo de casi dos minutos elaborado por Roger Paul Mills con decenas de "selfies" de personajes anónimos.
Inventado hace años por adolescentes presumidas que se retrataban con poca ropa en sus cuartos de baño, y puesto de moda el año pasado por los famosos, la autofoto ha permitido a las masas colmar la necesidad humana de construir la identidad a través de la imagen.
Como bien recuerda Barbara Freemantle, "con el ‘selfie’ ya no tienes que ser alguien importante para tener tu propio retrato".
2014-08-17