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FOTOS: Explosión de color en India con la celebración del festival Holi

Sabado, 15 de marzo de 2014 a las 07:30 pm
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DPA

Cientos de personas se apiñan sentadas en el suelo del templo Radha Raman de Vrindavan, en el norte de India. "Krishna, espera, deja que lance un par de colores", cantan a voz en grito. Un joven toca la campana y todos saltan y aplauden. Se levanta la cortina y aparece la estatua negra del dios Krishna: comienza la explosión de color.

Los sacerdotes hindúes lanzan una y otra vez polvo de color a la multitud: rosa, amarillo, rojo, verde… Las nubes de polvo caen sobre los creyentes, cubren su pelo y tiñen de color sus vestimentas blancas. La gente baila contenta, con los brazos en alto, mientras sobre ellos brillan las luces en los balcones del templo del siglo XVI.

"Es la explosión del éxtasis", explica Shrivatsa Goswami, gurú y sacerdote del templo. Desde hace una semana, los creyentes celebran el festival de primavera Holi en este lugar sagrado de Vrindavan, donde según la tradición retozaba Krishna con las pastoras (gopis).

El lunes, cientos de millones de personas del norte de India se unirán a las festividades, lanzándose polvo y agua de colores.

"Durante Holi todo el mundo puede ser un poco loco, romper las reglas, ser travieso, flirtear… y todos ríen sin motivo aparente", dice Saloni Puri, con la camiseta llena de manchas. Al alboroto también ayuda el bhang, una pasta marrón y verdosa hecha a base de hojas de cannabis, almendras y raíces, cuya ingesta está permitida durante estas festividades.

"Esta fiesta trata de la renovación y el renacimiento", explica el mitólogo Devdutt Pattanaik. El color es el encargado de igualar a todos. Da igual si se es joven o viejo, de una casta alta o baja… todos están manchados de color y las barreras sociales desaparecen.

El festival se convierte así en una fuerza que cohesiona a la sociedad. Y tras él, deben limpiarse los colores, un símbolo de la depuración y la liberación de los lastres del año, explica la experta Navina Jafa.

Durante estos días, en Vrindavan y otros lugares, grupos de mujeres pasean por las calles vestidas con saris rojos y rosas, con palos en la mano, pegando a todos los hombres que se cruzan en su camino. "Es la venganza de las amantes de Krishna", explica Himanshu Verma. "Durante todo el año, el dios Krishna gasta bromas, rompe la vajilla y se burla de las mujeres. Ahora ellas se vengan".

En tanto, muchos lugares del mundo han importado en los últimos años esta "fiesta de los colores", aunque sin connotaciones religiosas. En Holy One Colour Festival, miles de personas vestidas de blanco disfrutan de música, baile, performances y, por supuesto, los colores en ciudades como Dublín, Liverpool, Sao Paulo o Montevideo.

"Está inspirado en la festividad india Holi, pero no está relacionada con ese festival", explican sus organizadores en la página web. "No es un festival o acontecimiento religioso (…) se trata de promover la idea de la unidad y el color en la vida diaria durante un día de diversión y euforia".

También en Alemania se celebra desde hace dos año un festival Holi a ritmo de tecno por todo el país en verano. En él, los participantes se lanzan colores ante murales que representan al Taj Mahal. "La religión no juega ningún papel", afirma uno de sus organizadores, Maxim Derenko. "Es como un cumpleaños infantil para adultos".

Pero Navina Jafa contempla esos festivales con escepticismo. "Todas las festividades están relacionadas con un entorno cultural y social", explica. Holi es una fiesta principalmente hinduista, sólo comprensible desde la historia religiosa y la tradición. "Si se representa en otro lugar, sólo se tiene el decorado", afirma. "ES como si nosotros, los indios, nos compramos un árbol de Navidad. No hace daño a nadie, pero no sabemos de qué va".

Domingo 16/3/2014

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