El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, reveló este miércoles su plan para tratar de contener la "epidemia de violencia" provocada por armas en el país, que incluye renovar la prohibición legislativa de armas de asalto, algo para lo que urgió al Congreso que haga su parte en un tema que, subrayó, no puede esperar.
"No podemos demorar esto más tiempo", afirmó Obama en un acto en la Casa Blanca donde reveló sus principales propuestas, que constituyen el esfuerzo gubernamental más ambicioso en décadas para tratar de contener la violencia que las armas de fuego generan en el país.
"Aunque no hay ninguna ley que pueda evitar por completo cada uno de los actos de violencia sin sentido que se producen (…) si hay siquiera una cosa que podamos hacer para reducir esta violencia, si podemos salvar aunque sea una vida, entonces tenemos la obligación de intentarlo", aseveró el mandatario.
Entre las medidas anunciadas, destaca la demanda de Obama al Congreso para que actúe rápidamente no sólo para renovar la prohibición de armas de asalto que expiró en 2004, sino también para que "universalice" la revisión de antecedentes de los compradores de un arma y para que se prohíban por ley cargadores de alta capacidad -de más de diez balas, dijo- para uso civil.
Asimsimo, Obama instó al Congreso a "ayudar más que impedir" que los agentes de la ley "hagan su trabajo" y le reclamó entre otros que confirme de una vez a Todd Jones como director de la Oficina de Alcohol, Tabaco y Armas (ATF), puesto que ahora ejerce de forma interina debido a la inacción de los legisladores en este aspecto en seis años.
La ATF es el organismo oficial encargado del control de armas y, como tal, ha sido el centro de las críticas más duras de los lobbies más importantes de armas, especialmente de la todopoderosa Asociación Nacional del Rifle (NRA).
Además, el mandatario firmó hoy públicamente 23 órdenes ejecutivas -acciones presidenciales que no requieren la aprobación del Congreso- para mejorar la implementación de leyes ya existentes y aumentar la seguridad en las calles y hasta escuelas, entre otros.
A la ceremonia que tuvo lugar hoy en la Casa Blanca asistieron varios niños que habían escrito cartas a Obama pidiéndole que controle la violencia de las armas y, también, algunos de los padres de los 20 niños que fallecieron en la matanza a mediados de diciembre perpetrada en la escuela de primaria Sandy Hook de Newtown, Connecticut.
Esta masacre consternó de tal modo al país que, por primera vez en mucho tiempo, en Estados Unidos se ha abierto un resquicio a la posibilidad de hablar sobre un mayor control de armas -cuyo derecho está consagrado en la Constitución- como ninguna de las numersosas matanzas públicas que con regularidad se producen en el país lo ha hecho hasta ahora.
Con todo, el propio Obama reconoció hoy que lograr acciones legislativas es algo que se presenta "difícil" por la gran cantidad de "intereses" que se esconden tras el muy lucrativo negocio de las armas en el país.
"Habrá críticos, y políticos e cabildeos representando intereses especiales que advertirán públicamente de un asalto tiránico contra la libertad (…) y entre bastidores harán todo lo que puedan para bloquear cualquier reforma de sentido común para asegurarse de que no cambia nada", advirtió.
Consciente de ello, el mandatario se cuidó hoy mucho de volver a subrayar una vez más su respeto a la segunda enmienda de la Constitución que garantiza el derecho a portar armas, pero a la par aseguró que su gobierno hará todo lo posible para lograr avances en el control de armas y llamó a los ciudadanos a ejercer presión desde sus distritos electorales para lograr también una acción legislativa.
"Esto no va a pasar a menos que los ciudadanos lo exijan. Si padres y profesores, policías y religiosos, si cazadores y deportistas y dueños de armas responsables, si los estadounidenses de cualquier origen se levantan y dicen basta, hemos sufrido demasiado dolor y nos preocupan demasiado nuestros hijos como para permitir que esto continúe, entonces el cambio vendrá", imploró el mandatario.
Previamente su vicepresidente, Joe Biden, a quien Obama le había encargado tras la tragedia de Newtown que encabezara un grupo de trabajo para elaborar "recomendaciones" para reducir la violencia de las armas que hoy se tradujeron en medidas concretas, había calificado la tarea de "obligación moral".
"Todos sabemos que tenemos una obligación moral de hacer todo lo que esté en nuestras manos para reducir la posibilidad de que algo como (la matanza de Newtown) pueda volver a suceder", dijo Biden.
Recordando su larga carrera en el Congreso, el vicepresidente también dijo "no hacerse ilusiones" sobre la "dificultad" de la tarea que queda por delante para lograr cambios legislativos en torno a las armas, pero también subrayó la importancia de intentarlo.
"Nunca he visto la conciencia de la nación tan sacudida como con lo que pasó en Sandy Hook", dijo Biden. "El mundo ha cambiado y está reclamando acción", agregó. /DPA
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