En Ciudad Juárez, México, se está construyendo un campamento temporal para albergar a los deportados que se prevé lleguen desde Estados Unidos.
Según informa La Opinión, este proyecto se lleva a cabo en el antiguo recinto ferial, donde se celebró una misa del papa Francisco en 2016.
El gobierno mexicano se prepara para enfrentar una ola de deportaciones, en un contexto donde se estima que alrededor de 5 millones de mexicanos indocumentados residen en EE.UU.
Refugio para todos
Los trabajadores de la construcción están levantando refugios rudimentarios, mientras que la administración de la presidenta Claudia Sheinbaum implementa un programa llamado “México te abraza”.
Este plan no solo ofrecerá techo y alimentación, sino también atención médica y asistencia para obtener documentos de identidad a los repatriados. La secretaria de Gobernación, Rosa Icela Rodríguez, ha enfatizado el compromiso del país para atender a sus ciudadanos que regresan.
Sheinbaum ha destacado que las necesidades humanitarias de los deportados serán prioritarias, permitiéndoles acceder a programas sociales y empleo inmediato.
A pesar de la tensión en las relaciones con la administración Trump, la presidenta ha instado a mantener la calma y el diálogo.
Sin embargo, hay preocupaciones sobre cómo un retorno masivo podría afectar a ciudades fronterizas como Juárez y Tijuana, que podrían verse rápidamente desbordadas por la llegada de deportados.
¿Habrá espacio para todos?
La situación en Tijuana es crítica, según José María García Lara, director del albergue Juventud 2000, que ya está casi a su máxima capacidad.
Con el aumento de migrantes que huyen de la violencia y las deportaciones masivas previstas, el albergue enfrenta una escasez de recursos, como alimentos y productos de higiene.
García advierte que la combinación de estas dos crisis podría generar un gran problema. Además, la política “Permanecer en México” obliga a los solicitantes de asilo a esperar en México antes de sus audiencias en EEUU.
Esto incrementa los riesgos para los migrantes en ciudades con alta criminalidad.
Situación preocupante
Aunque la presidenta Claudia Sheinbaum ha manifestado que México no aceptará a solicitantes de asilo no mexicanos bajo este plan, la situación sigue siendo preocupante.
Mientras tanto, el presidente Trump ha enviado 2,500 soldados a la frontera sur de EE.UU. para apoyar la logística de su estrategia migratoria.
En respuesta, las autoridades mexicanas han preparado un centro con 1,800 camas para recibir a los deportados, con el apoyo de tropas que instalan cocinas y duchas.
Recientemente, un minibús transportó a los primeros deportados de la nueva era Trump, simbolizando el inicio de un flujo que México deberá gestionar.
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