Zairet González Ramírez | 2001.com.ve
Reconocida por la historiografía independentista hispanoamericana contemporánea como heroína de la Independencia de América del Sur, Manuela Sáenz falleció un día como hoy en 1856 en Paita, Perú.
Conocida también como Manuelita Sáenz y como “Libertadora del Libertador” por su decidida actuación defendiendo a Simón Bolívar durante un atentado en su contra, fue hija del hidalgo español Simón Sáenz y de la ecuatoriana María Joaquina de Aizpuru, nacida en Quito el 27 de diciembre de 1797.
Su madre, según unas versiones, murió al el día del nacimiento Manuela o, según otras, dos años más tarde, por lo cual la niña fue entregada al Convento de las Monjas Conceptas (Real Monasterio de la Limpia e Inmaculada Concepción), en el que pasó sus primeros años bajo la tutela de su superiora, sor Buenaventura.
Tras completar su formación con las monjas conceptas, pasó al monasterio de Santa Catalina de Siena (Quito), de la Orden de Santo Domingo, para concluir así con la educación que en ese tiempo se impartía a las señoritas de las más importantes familias de la ciudad. En ese lugar, aprendió a bordar, a elaborar dulces y a comunicarse en inglés y francés, habilidades y labores que fueron con las que se mantendría en sus años de exilio en Paita (Perú).
A los 17 años, huyó del convento, en un episodio del que se saben escasos detalles y del cual ella no hablaba, pues al parecer fue seducida y luego abandonada por Fausto D’Elhuyar, oficial del Ejército Real, sobrino de Juan José Elhúyar e hijo de Fausto Elhúyar.
Por sus actividades pro independentistas, San Martín, luego de haber tomado Lima con sus milicianos y proclamado su independencia el 28 de julio de 1821, le concedió a Manuela el título de Caballeresa de la Orden El Sol del Perú.
La libertadora del libertador
Manuela regresó al Ecuador en 1821 y el 16 de junio de 1822 vio por primera vez a Simón Bolívar, durante la entrada triunfal del Libertador a Quito. Poco después, Manuela y Simón Bolívar se convirtieron en amantes y compañeros de lucha.
Lograda la Independencia, Bolívar y Manuela se radicaron en la ciudad de Santa Fé de Bogotá, donde el 25 de septiembre de 1828, el Libertador sufriría un atentado que se frustró gracias a la valiente intervención de Manuelita. Por estas acciones, el mismo Bolívar la llamó la “Libertadora del Libertador”.
Su muerte se produjo a raíz de una epidemia de difteria que azotó a esa región en esa época. Su cuerpo fue sepultado en una fosa común del cementerio local y todas sus posesiones, para evitar el contagio, fueron incineradas, incluidas una parte importante de las cartas de amor de Bolívar y documentos de la Gran Colombia que aún mantenía bajo su custodia. Manuelita entregó a Daniel O’Leary gran parte de documentos para elaborar la voluminosa biografía sobre Bolívar, de quien Manuela dijo: “Vivo adoré a Bolívar, muerto lo venero”.
Criticada, denigrada e ignorada y desterrada por sus contemporáneos y aún décadas después de su muerte, solo a mediados del siglo XX Manuela Sáenz empezó a ser reivindicada como heroína y prócer en la gesta de la independencia o como precursora del feminismo en América Latina.
Casi dos siglos después de su muerte, es un personaje que continúa aun despertando odios o amores y ocasionando debates y controversias.
El 5 de julio de 2010, con motivo de la conmemoración del 199° aniversario de la firma del Acta de Independencia de Venezuela, llegó al Panteón Nacional un cofre que contiene tierra de la localidad peruana de Paita, donde fue enterrada Manuela Sáenz. Esos restos simbólicos hoy reposan en un sarcófago diseñado para tal fin junto al Altar Principal en el que yacen los restos de Simón Bolívar.
2016-11-23