La nueva era de DC arrancó con fuerza en casa, pero tambaleó en el extranjero. Superman, la ambiciosa apuesta dirigida por James Gunn, ha generado entusiasmo en Estados Unidos, pero su debut en mercados internacionales ha sido mucho más pasivo de lo previsto.
Ante las notorias cifras en taquilla, Gunn no tardó en ofrecer una explicación que ha encendido la controversia asegurando que él problema no es la película, sino el creciente “sentimiento antiestadounidense” que hay en el mundo.
¿Superman o símbolo imperialista? La tensión detrás del traje
En declaraciones a Rolling Stone, Gunn reconoció que la taquilla fuera de Estados Unidos no ha sido la esperada:
"Definitivamente estamos funcionando mejor a nivel nacional. En algunos países, Superman no tiene la misma fuerza como marca que Batman, y además hay un evidente sentimiento antiestadounidense que no nos ayuda”.
Sus palabras fueron vistas por muchos como una forma de esquivar las críticas reales: la desconexión de la figura de Superman con el público global. El personaje, desde sus inicios, ha sido un emblema de los valores norteamericanos, "la verdad, la justicia y el estilo de vida americano" y aunque en esta nueva versión se matiza ese mensaje, la carga simbólica sigue presente.
Varios expertos han respondido con dureza. “No es culpa del antiamericanismo, es culpa de seguir vendiendo al mundo un héroe diseñado para glorificar a Estados Unidos”, dijo un crítico español. En redes sociales, muchos tildaron los comentarios de Gunn como “arrogantes” e “ignorantes del contexto cultural actual”.
Mientras tanto, Warner insiste en que el rendimiento local ha sido excelente y que el crecimiento internacional será progresivo.
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