La historia de Helena Merlín no es una historia cualquiera. Es una montaña rusa de gloria, escándalos, dolor, vergüenza. En un especial de Luis Olavarrieta, la ex Miss Barinas abrió su corazón para contar el lado oscuro de una vida que muchos vieron de ensueño, pero que terminó convertida en pesadilla.
Antes de que su rostro adornara titulares por su belleza, Helena era una atleta de élite. Su pasión era el tenis, y no cualquiera: era considerada imbatible en las canchas. Además, estudió en el extranjero y llegó a hablar siete idiomas. Era brillante, disciplinada y enfocada. Tiempo después, se convirtió en aeromoza de Viasa, la aerolínea más prestigiosa de la época, donde su imagen impecable le abrió muchas puertas. Y poco después entró al universo del Miss Venezuela, participando en la edición número 17 del certamen, la primera que se celebró en el icónico Poliedro de Caracas.
Su belleza natural era tan desbordante como su falta de interés por el glamour. “Yo llegaba a la Quinta Miss Venezuela en cholas y shorts. Me producían y al rato me volvía a poner mis shortsitos otra vez”, recordó. Sin embargo, su rostro, su imponencia y actitud espontánea la convirtieron rápidamente en una de las grandes favoritas, logrando avanzar hasta la semifinal.
Pero tras las luces vino la sombra. En uno de sus vuelos fue elegida como aeromoza presidencial. Allí conoció al entonces presidente Carlos Andrés Pérez, con quien sostuvo una relación amorosa secreta que ambos negaban públicamente, aunque era vox populi en el mundo político y del espectáculo. “Ese fue un gran señor. Podrán decir lo que quieran, pero yo lo recuerdo con mucho respeto”, confesó.
Sin embargo, las puertas que se abrieron gracias a ese romance también le sirvieron para caminar por un terreno peligroso.
"Voy a ser muy clara, muy sincera y muy franca: me metí en un problema legal”, admitió sin rodeos.
Helena formó parte de la banda delictiva conocida como “Los Merceditas”, junto con otra excompañera del Miss Venezuela. Su rol era seducir a empresarios y distraerlos mientras otros miembros de la banda robaban vehículos de lujo que luego eran modificados, revendidos o trasladados a Colombia, donde incluso era ella misma quien los conducía, protegida por sus credenciales presidenciales y su atractivo físico.
El escándalo estalló cuando un integrante del grupo fue detenido y delató a todos. Los titulares no tardaron: “De Miss Barinas a Miss Merceditas”, “Helena Merlín, madrina de grupo criminal”, “La reina de la belleza que terminó tras las rejas”. Pasó siete meses en prisión hasta que, nuevamente con ayuda presidencial, fue liberada. Pero su vida ya no era la misma.
Al poco tiempo, en su intento por rehacer su existencia lejos de los focos, Helena sufrió un accidente en un hato llanero con una raya de río. El veneno la dejó 11 meses en cama y necesitó 14 operaciones. Aunque logró volver a caminar, sus piernas quedaron marcadas para siempre, lo que para una ex reina de belleza significó una dolorosa pérdida de identidad. “Tuve que ocultar mis piernas, ya no era la misma”.
Como si fuera poco, su padre falleció mientras ella estaba convaleciente, sin poder despedirse. Sumida en la tristeza y con un vacío existencial profundo, Helena cayó en manos de un hombre que la introdujo en el mundo de las drogas vendiéndole un sueño: “¿Quieres volver a caminar como una Miss?”, le preguntó, ofreciéndole piedras de crack. Y aunque entonces ella cayó en la tentación, ahora lo reflexiona:
“La piedra te agarra por la nariz. Ella hace contigo lo que le da la gana y tú ni te das cuenta”.
Durante ocho años vivió en situación de calle. Su madre fallece 4 años más tarde y su hija mayor, Natasha, asumió el rol de madre para sus hermanas menores mientras su mamá vagaba, consumía y hablaba sola por las calles. Helena recuerda que, a pesar de todo, sus hijas siempre la buscaban. Pero fue su nieto Oswaldo quien, con apenas unas palabras, le devolvió la esperanza.
“Me dijo: ‘Mamá abuela, nosotros te amamos. Por favor, regresa a casa con nosotros’. Esa frase me sacudió. Nunca nadie me había dicho eso. No ‘abuela’. Mamá-abuela. Ahí fue donde me hice fuerte”, relató, ese fue el momento en que decidió luchar, volver a intentarlo, dejar atrás los excesos y el abandono.
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