El hábito de succionarse o chuparse el dedo en los niños puede venir desde el vientre materno. Otros lo aprenden cuando comienzan a reconocer sus manos y dedos.
Los científicos llaman a este reflejo “succión no nutritiva” y se trata de reflejos normales que se da entre los primeros meses o años de vida.
Para los infantes esta acción los hace sentir seguros, pero también puede recurrir a los dedos cuando están aburridos, hambrientos, estresados o cuando se quieren dormir.
Deja de ser “natural” cuando superan los cuatro años de edad, a esta situación los expertos sugieren chequear y reconducir esta conducta.
Consecuencias
Pueden aparecer problemas de malformación en su boca.
Se pueden acostumbrar a morder con sus dientes molares.
La piel del dedo que la menor chupa se puede agrietar y enrojecer fuertemente, causando un daño al tejido cutáneo.
Los dientes tienden a desplazarse.
Aparición de infecciones estomacales.
Los maxilares superiores no se desarrollan al 100%.
Toma nota
Cuando los niños son mayores de 5 años y no consigues que deje de chuparse el dedo, lo recomendable es buscar la ayuda y accesoria necesaria, ya que, si no se le insta a dejarlo, puede llegar a ser un adulto con el mismo hábito.
Si por encima de los dos años el niño sigue chupándose el dedo, puede hacerlo por distracción, aburrimiento, sueño o miedo.
¿Cómo conseguir que abandone este comportamiento?
1. En primer lugar, los padres deben ser muy pacientes, nada se gana con estar regañándolos a cada rato.
2. Incentívalo a dejar ese hábito.
3. Los niños son muy inteligentes, háblale con franqueza de todas las consecuencias que puede generarle si mantiene esta conducta. En especial si son grandes lo entenderán.
4. Mantén a tu hijo ocupado en actividades divertidas, que impliquen tener las manos ocupadas para evitar el aburrimiento.
5. Una vez que vea que ha avanzado en su lucha por dejar el dedo, felicítalo y motívalo.
6. Recuerda que la comunicación y las manifestaciones de amor, serán la clave para ganarle juntos la batalla.
7. Nunca lo castigues, te burles o le hables con dureza, puedes conseguir en efecto contrario.
8. Si observas que sus dientes no están saliendo como debe ser, consulta con el dentista para verificar si es consecuencia de este hábito.
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