El control de vacunas en los adultos es igual de importante que en los niños porque esto ayuda a fortalecer la salud. En la actualidad y debido a la pandemia, todos hablan de vacunas.
Esas sustancias fabricadas a partir de gérmenes y bacterias que ocasionan enfermedades, y que atenúan su capacidad para que al ser suministradas adecuadamente ayuden a que el organismo fortalezca sus defensas contra padecimientos que pueden desencadenar epidemias.
Hay virus que se vuelven un ciclo y atacan cuando menos lo espera, y ante esto es preferible prevenirlas con el uso de vacunas, sin importar la edad que se tenga.
Las vacunas son para todos
La mayoría de las personas piensa que las vacunas sólo son para los niños, pero es un grave error, adolescentes, adultos e incluso las personas de la tercera edad deben cumplir con un control porque estas inyecciones protegen de numerosas enfermedades.
No importa la edad
Debes saber que algunas de las infecciones prevenibles a través de la vacunación son más graves cuando ocurren en adultos, como en el caso del sarampión.
También pueden tener consecuencias devastadoras, como la rubéola, que al ser adquirida durante el embarazo puede ocasionar serios problemas en el bebé.
¿Cómo funcionan?
Las vacunas crean resistencia a las enfermedades a través de:
– Una vez que es proporcionada al cuerpo, el sistema de defensas produce anticuerpos para luchar contra los gérmenes que forman la vacuna.
– Los anticuerpos “practican” con los microorganismos atenuados, de modo que, cuando los gérmenes ataquen a la persona, el sistema de defensas sabrá cómo destruirlos.
– Estos anticuerpos protectores permanecerán almacenados en el organismo para protegerlo, es decir, la persona habrá adquirido inmunidad.
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Vacunas para adultos
De acuerdo con las recomendaciones de los centros de salud, estas son las dosis de inmunización aconsejadas para los adultos:
– Hepatitis A. Es una infección que genera un virus (VHA), desencadenando síntomas como inflamación del hígado, fiebre, pérdida del apetito, náuseas, dolor abdominal y coloración amarillenta en la piel y parte blanca del ojo.
Se contagia al consumir alimentos y agua contaminada, o al permanecer en contacto con una persona infectada. La aplicación de esta vacuna se aconseja en dos dosis: una inicial y un refuerzo entre los 6 y 12 meses después de la primera aplicación.
– Hepatitis B. Es más severa que la anterior, ataca las estructuras hepáticas, destruyéndolas y haciendo que sean reemplazadas por tejido similar que no cumple con las mismas funciones de elaboración de sustancias que el tejido sano.
Puede ser contagiada por contacto con la sangre u otros fluidos corporales de una persona infectada, y presenta náuseas, dolor de cabeza y abdominal. Mantiene el tratamiento de la vacuna anterior, extendiéndola a una dosis más.
Cabe señalar que también existe un producto combinado contra hepatitis A y B, cuya dosificación es idéntica a la anterior. Su conveniencia queda a criterio del médico y dependerá de la historia clínica del paciente.
Otras vacunas recomendadas
– Triple viral. Brinda la inmunización contra enfermedades como sarampión, rubéola y parotiditis. Está recomendada para las futuras madres.
La primera de éstas se caracteriza por ser eruptiva, y tiende a ser más grave en adultos porque se complica con infección de oído y de pulmones. Durante el embarazo aumenta el riesgo de aborto, parto prematuro y bajo peso del niño al nacer.
La rubéola también produce aborto, muerte del bebé cerca del parto y malformaciones congénitas graves hasta en 80% de los fetos infectados.
Por otra parte, la parotiditis o paperas es un padecimiento que mejora por sí solo la mayoría de las veces, pero se complica cuando ocurre en adultos: la orquitis o inflamación de los testículos es frecuente en adolescentes, y puede ocasionar esterilidad.
– Varicela. Aflicción viral que produce comezón y granitos llenos de líquido que al secar generan costras. Se contagia por contacto directo con una persona infectada o por las gotas de saliva que expulsa. Se aconseja recibir dos dosis de esta vacuna, una inicial y otra de 6 a 10 semanas después.
– Neumococo. Se trata de una bacteria que ataca los pulmones (neumonía), pero también puede infectar la sangre (bacteremia) y, en ocasiones, al tejido que rodea al cerebro y médula espinal o meninges (meningitis).
Ha sido tratado con éxito mediante antibióticos, pero la resistencia de los microorganismos a estos medicamentos ha dificultado su erradicación, por lo cual se impone la necesidad de una vacunación más consistente, con un refuerzo cada 5 años.
Más protección
– Dtpa. Protege contra difteria, tétanos y tos ferina. La primera es una enfermedad que presenta síntomas como dolor de garganta, fiebre e inflamación de las glándulas del cuello.
Cuando la enfermedad avanza, se forma una membrana en la laringe que obstruye la respiración y puede provocar la muerte.
El tétanos es un padecimiento grave que produce contracciones muy dolorosas de los músculos del cuerpo y que puede ser fatal, es causado por una sustancia producida por la bacteria Clostridium tetani, que infecta heridas y cortadas.
La tos ferina es causada por la bacteria Bordetella pertussis, y transmitida a través de las gotitas de saliva que emite una persona enferma, por ello se recomienda tomar un refuerzo de la vacuna dtpa cada diez años.
– Tifoidea. También llamada fiebre enteral, se manifiesta en forma gradual con temperatura elevada, dolor muscular y de cabeza, malestar general, fatiga, inflamación en el hígado, estreñimiento y diarrea.
Es causada por la bacteria Salmonella typhy, la cual se adquiere por el consumo de agua y alimentos contaminados.
La protección de esta vacuna comienza entre 2 a 3 semanas después de su primera aplicación, que casi siempre ocurre en la infancia, pero su efecto protector dura 3 años, por lo cual se debe colocar refuerzos cada 3 años.
– Influenza. Infección viral de nariz, garganta y pulmones que se manifiesta con secreción nasal, dolor muscular y de garganta, fiebre, malestar general, tos y estornudos. Se aconseja que esta vacuna se aplique cada año.
– Fiebre amarilla. Es una infección viral transmitida por la picadura de mosquitos; puede producir fiebre, agotamiento, daño en el hígado, el corazón y los riñones, infección en la sangre, hemorragias en la piel y estado de coma. La aplicación de esta vacuna debe repetirse cada 10 años, a fin de garantizar la inmunidad contra este problema.
Consideraciones
No son excluidas de reacciones adversas, y los efectos secundarios pueden llegar a ser graves, como la anafilaxia.
Esta es una reacción de rechazo hacia una sustancia que el organismo considera dañina. Son experiencias muy raras y se presentan con más frecuencia en personas que sufren alergia al huevo, ya que algunas vacunas requieren de dicho producto para su elaboración.
Se debe aclarar que algunas vacunas no confieren una protección del 100%, debido a la capacidad de variación de los virus o a la cantidad de tipos bacterianos que pueden producir las enfermedades. Sin embargo, son útiles en cuanto a que reducen las complicaciones y síntomas.
Es importante mencionar que todo el programa de inmunización en adultos debe ser supervisado por el médico tratante, además se debe llevar un registro para asegurar que se cubra cabalmente.
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2021-07-02
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