Las cataratas son una condición ocular en la que el cristalino, la lente natural del ojo, se vuelve opaco y pierde su transparencia. Esto impide que la luz pase adecuadamente hacia la retina, lo que ocasiona visión borrosa, nublada o con destellos. Su desarrollo suele ser progresivo y es una de las principales causas de ceguera reversible en el mundo.
Afectan principalmente a las personas mayores, ya que el envejecimiento es el factor de riesgo más común. Sin embargo, también pueden aparecer en personas más jóvenes debido a traumatismos, enfermedades como la diabetes, uso prolongado de ciertos medicamentos o, en algunos casos, desde el nacimiento.
El impacto en la vida diaria puede ser considerable: dificultades para leer, manejar, reconocer rostros o realizar actividades cotidianas con seguridad. Aunque no existen medicamentos para eliminarlas, la cirugía es un tratamiento eficaz que devuelve la visión clara en la mayoría de los pacientes.
Cataratas: postoperatorio
Después de someterse a una cirugía de cataratas, aunque la mayoría de los pacientes experimentan una recuperación exitosa, existen algunas complicaciones que pueden presentarse durante el periodo postoperatorio.
Según Kraff Eye Institute, los problemas más comunes después de la cirugía de cataratas son irritación, moretones e hinchazón de los párpados, así como un aumento de la presión intraocular.
La irritación puede manifestarse como escozor, sensación de cuerpo extraño o lagrimeo; es una respuesta habitual al procedimiento quirúrgico que generalmente cede con el tratamiento recomendado.
Los hematomas e hinchazón en los párpados surgen por la manipulación quirúrgica y el trauma leve en los tejidos perioculares, y suelen mejorar durante los días siguientes. Estas alteraciones externas suelen ser leves o moderadas, pero requieren supervisión para asegurarse de que no evolucionen a infecciones u otras complicaciones.
El aumento de la presión intraocular es otra complicación expresamente mencionada por Kraff Eye como posible complicación después de la cirugía. Este riesgo es serio porque una presión ocular elevada sostenida puede dañar el nervio óptico o afectar la perfusión de la retina. Por ello, durante el periodo de recuperación, los médicos monitorean de cerca la presión intraocular y pueden recetar colirios hipotensores o medidas para mantenerla dentro de valores seguros.
En casos más raros, pueden aparecer inflamación dentro del ojo, edema de la mácula o desplazamiento del lente intraocular, pero Kraff Eye señala que estos eventos son menos frecuentes cuando se realiza un seguimiento apropiado.
Visita nuestra sección Variedades
Mantente informado en nuestros canales
de WhatsApp, Telegram y YouTube
