La ropa mal secada puede desarrollar un mal olor debido a la proliferación de bacterias y moho en las fibras húmedas. Cuando la ropa no se seca completamente o permanece en un ambiente húmedo durante mucho tiempo, la humedad atrapada crea un entorno ideal para el crecimiento de microorganismos.
Además, si la ropa se deja mucho tiempo en la lavadora antes de tenderla, las bacterias presentes en el agua pueden comenzar a descomponer residuos de sudor, suciedad y detergente, generando olores desagradables.

Otro factor es la falta de ventilación en el lugar donde se seca la ropa. Si no hay suficiente circulación de aire o exposición al sol, la humedad se mantiene por más tiempo, favoreciendo la aparición de malos olores.
Para evitar esto, es importante secar la ropa en un área ventilada y asegurarse de que quede completamente seca antes de guardarla.
¿Cómo secarla correctamente?
Secar la ropa al aire libre es una opción ecológica y económica, pero es importante hacerlo correctamente para evitar malos olores.
Primero, escoge un día soleado y con brisa, ya que la luz solar ayuda a eliminar bacterias y la ventilación acelera el secado. Tiende la ropa lo más estirada posible y evita que las prendas queden muy juntas para permitir la circulación del aire.
Si el clima es húmedo, trata de colgar la ropa en un lugar donde reciba la mayor cantidad de aire y sol.
Lava la ropa con la cantidad justa de detergente y asegúrate de enjuagarla bien para que no queden residuos que puedan generar olores desagradables. También puedes agregar vinagre blanco al último enjuague para ayudar a eliminar bacterias.
Si la ropa tarda demasiado en secarse, muévela a una zona más soleada o bien ventilada para evitar la acumulación de humedad.
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