Una lengua sana es un indicador importante de buena salud bucal y general. Normalmente, presenta un color rosado, está húmeda, sin grietas profundas, llagas ni recubrimientos inusuales.
Su superficie puede tener pequeñas protuberancias llamadas papilas, que ayudan a percibir sabores. Mantener una lengua sana requiere una higiene adecuada: cepillarla suavemente a diario con el cepillo dental o con un limpiador lingual ayuda a eliminar bacterias, restos de comida y células muertas que pueden causar mal aliento.
Además, es fundamental mantener una buena hidratación y visitar al dentista regularmente. Cambios en el color, textura o sensibilidad de la lengua pueden ser señales de problemas de salud, como infecciones, deficiencias nutricionales o enfermedades sistémicas.
Por eso, es importante prestar atención a cualquier alteración y consultar a un profesional si se presentan molestias persistentes. Una lengua sana no solo favorece el bienestar oral, sino que también contribuye a una mejor digestión y comunicación.
Manchas blancas y su significado
Las manchas blancas en la lengua son alteraciones comunes que pueden tener diversas causas. Generalmente, se presentan como parches blanquecinos que cubren total o parcialmente la superficie de la lengua, y pueden estar acompañadas de otros síntomas como ardor, mal aliento o cambios en el gusto. Estas manchas pueden deberse a condiciones benignas, pero también pueden ser señal de enfermedades subyacentes.
Una causa frecuente es la candidiasis oral, una infección por hongos que suele aparecer en personas con el sistema inmunológico debilitado, tras el uso prolongado de antibióticos o por una higiene bucal deficiente.
Otra posible causa es la leucoplasia, una afección que produce placas blancas y gruesas, a menudo relacionada con el consumo de tabaco o alcohol, y que puede tener potencial cancerígeno. También pueden aparecer por líquen plano oral, una enfermedad inflamatoria crónica.
En algunos casos, las manchas blancas indican enfermedades sistémicas como diabetes, VIH/SIDA o anemia. Si las manchas persisten por más de dos semanas, cambian de forma o se acompañan de dolor, dificultad al tragar o sangrado, es fundamental consultar a un médico o dentista.
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