Carlos Carreño Zabala [email protected]
¿Qué tienen en común Constitución Méndez, Eudomar Santos, Altagracia del Toro, Pastora Lara Portillo, Randú, Maniña Yerichana, Valentina Villanueva, Pedro Escobar, “Cerebrito”, Pilar de Cárdenas, Tito Clemente, Adriana Rigores y Graciela Zambrano? Algo muy característico y es que todos son personajes de telenovelas criollas.
Los culebrones venezolanos fueron en la década de los 80 y mediados de los 90 del siglo pasado el segundo producto de exportación del país, después del petróleo. Historias como “La Dama de Rosa”, “La Dueña”, “Cristal”, “Las Amazonas” o “Kassandra” cautivaron no sólo al público nacional sino también internacional.
No obstante, el brillo que caracterizó a las producciones dramáticas hechas en Venezuela, hoy se ha perdido. Los “ofidios” nacionales ya no se ven en pantalla en la misma proporción que en épocas pasadas. Además, han sido desplazados en el mercado por las telenovelas realizadas en México, Brasil y Colombia, Argentina, Turquía, Corea del Sur y parte hispana de EEUU.
Época oscura. Los dramáticos, como otros ámbitos de la vida nacional, atraviesan por un momento crítico por infinidad de factores.
“Sólo basta con asomarse a la televisión venezolana para ver que no hay ninguna novela criolla a las 9 ni a las 10 de la noche. Lo que hay son latas y repeticiones”, señala Leonardo Padrón, escritor de novelas como “Cosita Rica”.
De la producción de varios dramáticos en simultáneo se pasó a realizar a una o dos telenovelas al año, la mayoría de las cuales no goza con la gracia de la audiencia.
Ni tan reciente. El declive que actualmente sufre la telenovela criolla fue un proceso paulatino que comenzó en los años 90.
Javier Vidal, actor y director de dramáticos, explica que “a mediados de los 90, la telenovela criolla fue declinando. En el país no hubo una suficiente inversión, no hubo un trabajo de mercadeo lo suficientemente agresivo y Venezuela comenzó a quedarse rezagada en el mercado internacional”.
Leonardo Padrón manifiesta que “la telenovela venezolana comenzó a resentirse cuando empezó a ser víctima de ciertos conservadurismos por parte de sus ejecutivos”.
La entrada en vigor en el año 2004 de La Ley de Responsabilidad Social en Radio, Televisión y Medios Electrónicos, Ley Resorte, también representó un importante punto de quiebre para los culebrones criollos.
Esta legislación comenzó a restringir contenidos y, según los entrevistados, se convirtió en un obstáculo para explorar en la realización de otro tipo de historias distintas a las tradicionales y experimentar en diversos temas tal y como lo están haciendo otros países.
Reducción de pantallas. El cierre de Rctv, uno de los canales pioneros en la producción de telenovelas en el país, por orden del Gobierno nacional en el año 2007, contribuyó para que los ofidios venezolanos cayeran en un “hoyo negro”. “El cierre de Rctv significó casi que el tiro de gracia para la caída de la telenovela venezolana”, afirma Henry Colmenares, actor y director. El resto de canales nacionales no produce en la misma medida que en los 80, 90 e incluso principios de este siglo cuando se podían realizar hasta 12 telenovelas por año.
“La competencia produce calidad y al desaparecer Rctv, de pronto los demás canales se sintieron sobrados en la producción de novelas y bajaron un poco la guardia”, manifiesta Vidal.
Recientemente, el canal Venevisión produjo sólo una novela: “Entre tu amor y mi amor”; Tves transmitió “Vivir para amar” y Televen “Piel Salvaje”, dramático hecho por Rctv que ahora se encarga de hacer producciones para ser vendidas a otros canales.
“Venevisión y Televen están optimizando sus recursos. Están poniendo al aire novelas por las cuales no se paga ni un centavo más que la electricidad de la máquina que las reproduce. El mercado de los culebrones está en el piso. Ya no es negocio producir telenovelas aquí”, afirma Colmenares.
Falta inversión. El decaimiento de los “ofidios” venezolanos ha venido marcado por el factor económico. En el país hay muy poca inversión en estos proyectos.
“El dinero que entraba a las telenovelas por puros comerciales o publicidad fue disminuyendo. Actualmente no hay dinero y tan sencillo como que sin dinero no se puede producir. Creatividad hay, lo que no hay es plata”, dice el también actor Henry Colmenares.
Javier Vidal sostiene que “vender telenovelas solamente a Venezuela no es negocio porque no hay entrada de dinero para un producto que es altamente costoso y a eso hay que verle retribución”.
La poca receptividad del público también ha influido en la poca inversión. Colmenares agrega: “Si el público le da la espalda a la producción nacional cómo vamos a esperar que venga gente a invertir si nadie las va a ver”.
Ante este escenario, los entrevistados coinciden en que la recuperación de la industria telenovelística nacional implica recuperar a Venezuela.
2017-03-23