Cuando Roberto Antonio Rosales Arrieta tomó la decisión de abandonar sus estudios de Medicina para mudarse a Caracas en busca del sueño de ser artista, sus padres creyeron que se trataba de un error. Sin embargo, llegó a la capital directo a formar parte de la orquesta Los Melódicos y en apenas cuatro años lanzó su primer disco como solista, con éxitos como “Marejada”, “Noches de fantasía”, “Ella pasó por aquí” y “Ay Cariño”, que aún hoy sieguen sonando con el mismo furor que hace más de 30 años.
“Hay que tener mucha constancia para mantenerse. Soy un tipo trabajador, luchador y disciplinado. Amo el merengue y definitivamente es el género tropical más fácil de bailar, más fácil de cantar, más fácil de adaptar y por eso hay muchas alternativas que estoy manejando para ello y muchas fusiones, pero definitivamente sí está vivo el merengue. La mejor demostración fue hace poco que tomamos el CCCT y se quedó pequeño. Igualmente, este fin de semana en el Tamanaco nos fue de maravilla”, cuenta.
El maracucho aún recuerda con orgullo los días que pasaba hambre recién llegado a Caracas, y donde incluso llegó a esperar sobras en areperas mientras alguna disquera lo contrataba. Todo eso le dio la base para convertirse en la persona humilde que es, y a no sentir la fama como el final del camino.
“Yo no me creo famoso ni creo en la fama: yo me considero exitoso, creo en la recompensa del trabajo, del esfuerzo y de la disciplina. Yo me acuesto soñando con ser famoso y esa sigue siendo mi musa. Dios me dará la oportunidad en algún momento de sentirme famoso y el día que eso ocurra dejaré de soñar, así que eso no va a pasar nunca”.
Baño de estrellas
Por ser un joven de apenas 18 años propuso fusionar el merengue con otros ritmos para su debut, así que se unió al productor peruano Luis Alva y fue así como nació una propuesta musical donde se fusionó la tambora, la conga y el güiro con timbales, batería electrónica, sintetizadores, guitarras distorsionadas y secuenciadores. Ahí fue cuando las radios comenzaron a arder con temas como “Sacúdete nena”, “Marejada” y “Nadie como tú”.
“Yo siempre he tenido una deuda y un compromiso formal con el merengue y sobre todo con República Dominicana porque tomé prestado ese ritmo hace más de 35 años para crear el tecnomerengue, y hoy por hoy es una extraordinaria realidad. Ahorita estoy trabajando con varios productores dominicanos y quiero involucrar muchos talentos jóvenes de allí, venezolanos, puertorriqueños y colombianos para hacer un nuevo concepto de música moderna”.
Su más reciente producción se llama “Homenaje a Leo Dan”, que contó con la producción musical del dominicano Moisés Sánchez, ganador del Latin Grammy. En este trabajo logró un sonido nuevo tomando la fusión como elemento clave, al mezclar las bases de dembow con mariachi muy elegante, y fusionar el merengue con el pop y con la balada.
“¡Pero mis conciertos siguen siendo igual de aeróbicos y aún el público me acompaña con el ‘pasito marejada’! Hablo muy poco en los conciertos porque en Los Melódicos aprendí que uno no puede permitir que las personas dejen de bailar y vayan a sentarse”.
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Nunca parar
Roberto Antonio sigue trabajando sin descanso para preservar el merengue, pero también se dedica a otros proyectos: montó un restaurante grill en Miami (al que tuvo que poner en pausa mientras resuelve compromisos artísticos) y también está trabajando en un libro donde contará todo el fenómeno del tecnomerengue y su carrera.
“Sigo trabajando en el libro, he hecho un pequeño stop porque estoy dedicado a montones de compromisos gracias a Dios. Creo que después de febrero retomo el proyecto del libro porque me llena de mucha emoción. Mi restaurante Chef Ayayaiii está en pausa, no he podido manejar tantas cosas a la vez. El retomar mi carrera y mis compromisos musicales ha hecho que pare ese gran proyecto”.
El merenguero sabe que la industria cambió y que ahora no se producen discos sino canciones, así que sabe que no puede quedarse en el pasado. Sin embargo, no deja de lado la calidad en pro del mercadeo. “La gente y la humanidad andan mucho más rápido. Anteriormente se hacían éxitos: Noches de fantasía, Marejada, Mi cocha pechocha fueron éxitos porque se trabajó en los álbumes mínimo seis meses en cada tema. Hoy en día al mes ya hay que sacar otro tema. Tú hoy preguntas cuál fue la primera canción que pegó Bad Bunny y ya la gente no se acuerda”.
De la nada a tenerlo todo
De salir de Maracaibo sin un bolívar Roberto Antonio pasó a compartir escenario con ídolos del merengue como Juan Luis Guerra, Sergio Vargas y Wilfrido Vargas en giras nacionales e internacionales. Recibió discos de oro, platino, doble disco de platino, disco de platino internacional y premios como el Mara de Oro, el Premio Ronda y la Orquídea de Plata. También tiene una estrella en el Paseo Amador Bendayán de Caracas. “Mi papá no estaba de acuerdo con que dejara la medicina para dedicarme a la música, sin embargo, fue un gran apoyo. Y mi mamá hasta vendió helados y juguetes para mandarle plata a su hijo que se había ido a Caracas en busca de un sueño”, cuenta con los ojos humedecidos.
Por Criss Monterrey @crissmonterrey
Fotos Lleralba González
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2023-09-29
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