Dormir bien es una parte esencial de nuestra salud física y mental, pero en la vida moderna cada vez es más común que muchas personas tengan dificultades para conciliar un sueño profundo y continuado.
Aunque pensar que sólo la noche es responsable de nuestro descanso puede parecer lógico, expertos en sueño señalan que los hábitos del día influyen de forma determinante en la calidad del sueño nocturno.
El estrés, la rutina diaria, el uso de dispositivos electrónicos y la manera en que organizamos nuestras tareas pueden afectar directamente a cómo dormimos y a si nos despertamos varias veces durante la noche.
¿Por qué nos cuesta dormir o descansamos mal?
Según la psicóloga y especialista en medicina del sueño Nuria Roure, despertarnos durante la noche o no poder conciliar el sueño no se debe únicamente a lo que ocurre en la cama, sino a cómo ha estado funcionando nuestra mente a lo largo del día.
Roure sostiene que cuando nuestra mente ha estado “acelerada”, al llegar la noche le resulta difícil encontrar calma y apagar esa actividad mental. Esta situación hace que muchas personas pasen horas dando vueltas a sus ideas, lo que se traduce en insomnio o en un sueño fragmentado.
La experta compara la mente con una bola de nieve que se va haciendo cada vez más grande a medida que se alimenta de pensamientos y estímulos durante todo el día. Cuando llega la noche, esa bola no se detiene de golpe, por lo que el cerebro sigue “en marcha” y no entra fácilmente en el estado de descanso profundo.
Uno de los aspectos que Roure destaca es la influencia de hábitos como el uso constante de pantallas y dispositivos electrónicos, que mantienen al cerebro en alerta y dificultan la desconexión necesaria antes de dormir. Además, la falta de momentos tranquilos durante el día para reflexionar o simplemente no hacer nada contribuye a que la mente continúe activa a altas horas de la noche, llenándola de preocupaciones o pensamientos que impiden dormir bien.
Para mejorar la calidad del sueño, Roure sugiere prestar atención no sólo a lo que hacemos en la cama, sino a cómo vivimos el resto del día: incorporar pausas mentales, reducir el estrés, disminuir el tiempo frente a las pantallas y hacer espacio para el descanso psicológico puede ayudar a que el cerebro esté más preparado para relajarse por la noche.
Visita nuestra sección Variedades
Mantente informado en nuestros canales