La enfermedad de Alzheimer es un trastorno cerebral progresivo. Afecta a millones de personas en todo el mundo, deteriorando gradualmente la memoria y el pensamiento.
Lamentablemente, los primeros síntomas a menudo son difíciles de detectar, lo que retrasa el diagnóstico y el tratamiento. Sin embargo, un nuevo análisis de sangre, desarrollado en parte por investigadores de Johns Hopkins, está a punto de cambiar este panorama.
Un diagnóstico temprano al alcance de todos
Hasta ahora, el diagnóstico de Alzheimer solía requerir evaluaciones costosas y complejas, como la tomografía por emisión de positrones (PET), que solo están disponibles en centros médicos especializados.
La nueva prueba, aprobada por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) en mayo de 2025, representa un avance. Se trata de un simple análisis de sangre que puede realizarse prácticamente en cualquier lugar, lo que facilitará enormemente el acceso a la detección temprana.
"Este análisis de sangre debería ser un punto de inflexión", afirmó Abhay Moghekar, neurólogo de la Facultad de Medicina de Johns Hopkins, cuya investigación fue clave para el desarrollo de la prueba.
El análisis mide la proporción de dos proteínas en el plasma sanguíneo, lo que indica la presencia o ausencia de un tipo de placa, un marcador conocido de la enfermedad.
La prueba de laboratorio que marca un antes y un después
Si bien esta nueva prueba es una herramienta poderosa, los expertos recalcan que está diseñada para personas mayores de 55 años que ya presentan algún grado de deterioro cognitivo.
Según Marilyn Albert, neuróloga de Johns Hopkins, la prueba es similar a la del PSA para la detección del cáncer de próstata y debe usarse en casos específicos.
Alrededor del 80% de quienes se sometan a la prueba obtendrán una respuesta clara, con niveles muy altos o muy bajos del marcador de Alzheimer. Sin embargo, un 20% de los resultados se ubicarán en una "zona gris" que requerirá pruebas más especializadas para un diagnóstico definitivo.
La ciencia detrás del avance
El desarrollo de esta prueba representa un paso significativo hacia una detección más accesible y hacia tratamientos más efectivos para el Alzheimer y es el resultado de décadas de investigación.
Se trata de un largo y minucioso proceso que comenzó en 1995 con un pequeño grupo de personas sanas, que ha permitido a los científicos comprender mejor la enfermedad y desarrollar herramientas más precisas para su detección.
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