La masa muscular es el conjunto de tejidos musculares del cuerpo que nos permite movernos, mantener la postura y realizar funciones vitales. Está compuesta principalmente por proteínas y es fundamental para la fuerza, el equilibrio y el metabolismo.
A medida que envejecemos, comenzamos a perder masa muscular de forma natural, un proceso conocido como sarcopenia. Esta pérdida puede iniciar alrededor de los 30 años y acelerarse después de los 60.
Factores como el sedentarismo, una alimentación inadecuada, enfermedades crónicas y cambios hormonales influyen en esta disminución. La pérdida de masa muscular no solo afecta la fuerza física, sino que también puede aumentar el riesgo de caídas, fracturas y pérdida de independencia.
Sin embargo, hay una bebida popular que nos aportará proteína y cuidará nuestra salud en general, que puede ayudar a preservar la masa muscular con los años y mejorar la calidad de vida: nos referimos a la leche.
Beneficios de la leche
La leche es un alimento altamente nutritivo que puede ser un aliado clave para quienes buscan ganar masa muscular. Su composición incluye proteínas de alta calidad, carbohidratos, grasas saludables, vitaminas y minerales, especialmente calcio y vitamina D. Entre sus componentes más destacados están la caseína y el suero (whey), dos tipos de proteínas que favorecen la recuperación y el crecimiento muscular.
El suero se digiere rápidamente, lo que lo convierte en ideal para el consumo postentrenamiento, cuando el cuerpo necesita nutrientes de rápida absorción. Por otro lado, la caseína se absorbe lentamente, lo cual la hace adecuada para antes de dormir, ya que ayuda a mantener un suministro constante de aminoácidos durante la noche.
Además de las proteínas, la leche contiene carbohidratos (lactosa) que ayudan a reponer el glucógeno muscular tras el ejercicio, y grasas que proporcionan energía sostenida. Su aporte de calcio y vitamina D también favorece la salud ósea, lo cual es fundamental en un régimen de entrenamiento intenso.
Para aprovechar sus beneficios, se recomienda consumir leche después del entrenamiento, preferiblemente descremada o semidescremada si se busca controlar el aporte calórico. También puede incorporarse en batidos con frutas, avena o proteína en polvo para potenciar sus efectos.
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