Las latas de atún son muy comunes en la mayoría de las despensas, pues forman parte de esos alimentos no perecederos que se pueden tener en la reserva para casos de emergencias. Este es un producto de primera calidad y relativamente accesible que puede formar parte de cualquier comida del día.
Sin embargo, su consumo en exceso puede resultar contraproducente por su alto contenido en metales pesados como el mercurio, el cual es tóxico para la salud, pudiendo causar insuficiencia y daño renal permanente. Incluso, en un foro internacional realizado por la Asociación Americana del Corazón en 2018, se presentó un estudio que confirmaba que las personas con niveles más altos de mercurio en sangre aumentan un 23% la posibilidad de acelerar sus niveles de colesterol LDL, pudiendo tener consecuencias cardiovasculares.
¿Qué cantidad de latas de atún se recomienda comer?
Por muy nutritivo que sea, las latas de atún no sustituyen a un pescado natural, sea fresco o descongelado, ni tampoco se deben comer a lo loco porque contienen sustancias pesadas residuales.
Es decir, contienen sustancias químicas que tienden a acumularse en el organismo, y en altas cantidades pueden ser tóxicos y dañinos.
Según la ciencia, el atún forma parte de las especies de peces que más mercurio acumulan. El tipo de mercurio es el metilmercurio, el más común de la cadena alimentaria, y hasta el más peligroso que el inorgánico porque el organismo lo asimila mucho más rápido, afectando particularmente el sistema nervioso y el cerebro, refiere el sitio web Directo al Paladar.
En tal sentido, la recomendación es que un adulto medio de 70 kilos consuma como máximo 91 mg de metilmercurio a la semana, y cada lata estándar contiene unos 13,5 mg de metilmercurio. Es decir, un adulto puede comer aproximadamente seis latas de atún en una semana.
Limita su consumo
Expertos sugieren limitar el consumo de las latas de atún, porque contienen exceso de sal y de aceite, y esto las convierten en un producto de gran aporte calórico. Además, están relacionados con la hipertensión, los problemas digestivos y el aumento de peso.
Por otra parte, si se consumen estos enlatados con otros aceites que no son el aceite de oliva, se aumenta el porcentaje de grasas saturadas que contiene; y con ello se aumenta el riesgo de muerte relacionada con enfermedades cardiovasculares, obesidad, diabetes tipo 2, apunta el sitio web Infobae.
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