Migbelis Castellanos, la Miss Venezuela en 2013, rompió el silencio sobre uno de los episodios más humillantes que tuvo que vivir durante su paso por el mundo de la belleza.
Con apenas 18 años, la joven zuliana se enfrentó a una presión extrema por su cuerpo, y lo que debía ser una etapa de formación y crecimiento, se convirtió en una experiencia marcada por la violencia verbal.
“Uno de mis jefes me gritó: ‘gorda de mierda’. Me fui a llorar, me sentí rota”, contó entre lágrimas.
Aquel ataque, marcó una profunda herida en su ser y se volvió una voz en su interior del día a día y era obligada a dietas forzadas, vigilancia estética y señalamientos públicos.
"No era solo él, también la prensa. Los titulares decían que no podía representar a Venezuela por estar gorda”.

El peso como arma de humillación
Más allá del entorno del certamen, Migbelis confesó que empezó a sentir miedo de salir a la calle. “La gente no me miraba como una mujer, sino como un producto que debían evaluar: si estaba más flaca, si merecía estar allí. Todo era una crítica”, relató.
El ambiente hostil terminó por alejarla de los escenarios. Durante años sintió que el medio artístico era un lugar “lleno de víboras” donde nunca sería suficiente. Lo físico se volvió su mayor enemigo, alimentado por la cultura de la perfección.
Una herida que aún pesa
Hoy, con más madurez y distancia, Migbelis ha decidido contar su verdad no para vengarse, sino para generar conciencia. “Sigo siendo mujer, sigo siendo humana, y me duele”, dijo al recordar cómo los insultos marcaron su relación con su cuerpo y su carrera.
Su testimonio no solo expone una historia personal, sino también una estructura de violencia sistemática que persiste en muchos certámenes de belleza. Una denuncia que se suma a las de otras reinas que han decidido hablar, y que abre un debate incómodo pero necesario sobre los límites del espectáculo y el daño que puede causar.
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