En la búsqueda de un buen descanso nocturno, los hábitos alimentarios cobran cada vez más protagonismo. La conocida costumbre de tomar un vaso de leche antes de dormir ha sido transmitida de generación en generación como un remedio casero infalible para conciliar el sueño.
Pero ¿qué hay de cierto en esta práctica? La dietista-nutricionista Verónica Castañeda analiza de forma rigurosa esa creencia popular y explica qué mecanismos podrían estar detrás de su supuesta efectividad.
¿Un vaso de leche en la noche ayuda a dormir?
Castañeda señala que aunque la idea de que los lácteos faciliten el sueño no es totalmente infundada, la explicación es más matizada de lo que muchos creen. En los lácteos, efectivamente se encuentran nutrientes como el triptófano, además de minerales como magnesio, zinc y vitamina B6, que intervienen en esos procesos biológicos vinculados al descanso.
Sin embargo, en lo que respecta a la melatonina dietética contenida en la leche o los lácteos, Castañeda advierte que las cantidades son tan bajas que resultan “casi simbólicas”. Más allá del aporte nutricional, también destaca el papel de ciertos péptidos liberados durante la digestión de las proteínas lácteas, que pueden ejercer un efecto tranquilizante o relajante, aunque sutil.
Además, interviene un factor emocional: el acto de tomar algo cálido antes de acostarse puede promover una sensación de bienestar y seguridad, ayudando a bajar el ritmo y preparar al cuerpo hacia el descanso.
Finalmente, la especialista recalca que no existen alimentos “mágicos” que por sí solos garanticen una mejora notable del sueño. Lo verdaderamente relevante es mantener una alimentación equilibrada, evitar cenas demasiado copiosas, reducir cafeína y alcohol antes de dormir, y acompañar estos hábitos de una buena higiene del sueño.
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