Por Criss Monterrey
¿Un japonés tocando cuatro, cantando “Mi burrito sabanero” y comiendo arepas? ¡Existe! Keito Homma nació hace 41 años en Tokio, pero ahora su vida se desenvuelve en Caracas porque la amabilidad del venezolano lo atrapó irremediablemente.
Es fisioterapeuta, trainer, preparador físico y youtuber. A los 18 años salió de su país para estudiar una carrera deportiva. “Yo estaba jugando béisbol en Japón. Pero allí debes entrar a la universidad y pasar exámenes para aspirar a jugar. Intenté, pero nunca pasé un examen donde quería. Entonces mis padres me empujaron a ir a Estados Unidos”, cuenta emocionado.
En 2001 estudió kinesología y fue pasante de Kansas City. Luego entró a los Phillies de Philadelphia y allí conoció al venezolano Freddy García, quien le ofreció la oportunidad que cambiaría su vida: trabajar en Venezuela.
El “chinito” del estadio
Una simple llamada entre peloteros logró que viniera como jefe de atletismo de los Tiburones de la Guaira. No sabía ni saludar en español, pero tomó el riesgo. “Decidí aprender idioma como señal de respeto, porque no era mi país y yo debía saber su lengua y cultura. Me compré un diccionario chiquitico y si quería cachito decía ‘dar’ o ‘darme’ y ‘uno’, o decía ‘comida’”, cuenta con orgullo.
Para Keito el aprendizaje siempre ha sido así, pues no se concentra en un aula. “Aprendo a lo nativo y pregunto ‘¿por qué pronuncias así?’. Ustedes fueron mis maestros”. Aunque le habían dicho que Venezuela era peligrosa él prefirió venir a comprobar por sí mismo.
“Mi forma de conocer es como la de los periodistas: no es lo que me cuentes sino lo que veo a través de mis ojos. Tengo corazón de mochilero y aventurero. El venezolano es gente amable, pana. Aprendí modismos, groserías y todo lo que ustedes dicen porque me servía en el campo de juego”.
Ignoraba igualmente que la generación que creció en los 70 y 80 en Venezuela vivió muy cercana a Japón con Mazinger, Meteoro, Ultraman, Astroboy, Fantasmagórico, Candy Candy, La señorita Cometa, Dai Apolón y hasta el Capitán Centella. “No sabía eso, ¡tanta cosa japonesa que le dimos al mundo!”.
Vivió también la enorme pasión del venezolano por el béisbol, no comparable a la de Japón. “Allá la gente no tira cerveza. Hasta me sorprendió que la tribuna de La Guaira toque samba. ¿Béisbol y samba? ¡Eso pasa en el fútbol de Brasil!”.
Magallanero de Tokio
Al final no solo se defendió con el idioma: aprendió a tocar cuatro, a entender la impuntualidad criolla, a amar a los Navegantes del Magallanes y a usar el metro. Incluso ya sabe que si viaja en el subterráneo debe ponerse el bolso hacia adelante para evitar percances.
“En Japón la gente es puntual, aquí llegan mucho después y les parece normal. Eso no me gusta, me sorprendió al inicio. El tiempo para ustedes es diferente pero ya aprendí la diferencia entre ‘ahorita’ y ‘ahora’. También me ha costado diferenciar entre bueno y malo. Aquí te conocen y ya quieren ser panas. Hay gente que no conozco y me pide ayuda, si yo puedo lo hago ¡pero no los conozco! He aprendido a poner esa línea”.
De 2009 a 2018 estuvo trabajando con Navegantes del Magallanes y hasta arrancó aplausos al cantar el himno de Venezuela durante un partido. Su buen trabajo lo llevó a República Dominicana con los Gigantes del Cibao, luego estuvo de mochilero por muchos países y al final decidió volver a Venezuela.
“En Japón está mi familia, ya tengo cuatro años que no voy. Paso la mayor parte de mi tiempo aquí. Ellos no saben que soy famoso, piensan que trabajo en béisbol. Hago videos en Youtube porque me encanta enfocarme en lo positivo y agradecer, pero mis amigos japoneses no saben de mi popularidad aquí”.
Este japonés enamorado de Venezuela y su comida aún se sorprende de la mezcla de sabores que ofrece una cachapa, porque en su país no suelen mezclar dulce con salado. “La empanada de pabellón me encanta. Ya puedo comer plátano frito con arroz porque antes creía que la tajada era postre. Y sé que si se madura mucho puedes hacer dulce, que me encanta. Es sabroso hasta crudo y en tostón”.
Pese a su fama Keito sigue agradeciendo el trato recibido en este país siempre con las puertas abiertas a los extranjeros. “Creo que me hice popular porque normalmente los japoneses no vienen a trabajar en béisbol, hay más chinos. Descubrí Venezuela y lo bello de aquí, puedo decir lo amables que son. En la época de la escasez un amigo me llevaba con bachaqueros a comprar harina, eso es compartir cultura”.
La invasión asiática crece
Chinos, coreanos y japoneses se viralizan en redes porque aprenden español y vienen a Venezuela. Japonesjun, Cocoloco, Yusuke, ShoheiTV, Walkutake y “china Coly” hacen lo que pueden con el idioma, pero muestran en sus videos las bellezas y experiencias vividas en este suelo. Muchos conocen a Keito, y Yusuke hasta contó que a este se le ha olvidado su lengua natal de tanto vivir aquí. “Si me preguntas qué atrae a otros asiáticos te diría que ustedes. En mi primer año con La Guaira un fanático me invitó a su casa a tomar cerveza y ni me conocía. Esa calidez llega mucho al extranjero. Ustedes lo ven normal, pero en nuestros países se ha perdido. Incluso los venezolanos que emigran extrañan eso. La amabilidad y su gente es lo que nos gusta”, explica Keito.
Fotos: José Félix Lara
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