A partir de los 50 años, el cuerpo experimenta cambios naturales como la pérdida de masa muscular, la disminución de la densidad ósea y una recuperación más lenta. Por eso, la alimentación se vuelve clave al hacer ejercicio, ya que una dieta adecuada ayuda a mantener la fuerza, la energía y la salud articular.
Consumir suficientes proteínas favorece la reparación muscular, mientras que el calcio y la vitamina D fortalecen los huesos, reduciendo el riesgo de fracturas. Además, una buena hidratación y la ingesta de antioxidantes y grasas saludables contribuyen a combatir la inflamación y mejorar la recuperación.
Sin una nutrición adecuada, el cuerpo es más vulnerable a lesiones como desgarros, tendinitis o fracturas por estrés.
Que no falten estos alimentos y evita lesiones
Cuando el cuerpo experimenta una pérdida progresiva de masa muscular y densidad ósea, una alimentación adecuada es fundamental. Consumir proteínas de alta calidad (como carnes magras, huevos, pescado, legumbres y lácteos bajos en grasa) favorece la regeneración muscular y previene desgarros.
El calcio y la vitamina D, presentes en productos lácteos, pescados como el salmón y la sardina, y vegetales de hoja verde (como espinaca y col rizada), ayudan a mantener huesos fuertes y resistentes a fracturas.
Los alimentos ricos en antioxidantes (frutas como arándanos, naranjas y uvas, así como vegetales como brócoli y zanahorias) reducen la inflamación y el daño celular, mejorando la recuperación.
Además, incluir grasas saludables como las del aceite de oliva, frutos secos y aguacate, contribuye a la salud articular. Los carbohidratos complejos (avena, arroz integral, quinoa) proporcionan energía sostenida para el entrenamiento sin picos de azúcar que puedan afectar el rendimiento. Beber suficiente agua también es esencial, ya que la deshidratación aumenta el riesgo de calambres y lesiones.
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