La espelta es un tipo de cereal antiguo que pertenece a la familia del trigo. Se cultiva desde hace más de 7 mil años y ha sido una fuente importante de alimento en diversas culturas. Aunque cayó en desuso con la llegada del trigo moderno, ha resurgido en los últimos años debido a su perfil nutricional y sus posibles beneficios para la salud.
Este grano integral es rico en proteínas, fibra, vitaminas del grupo B y minerales como el hierro, magnesio y zinc. Su alto contenido en fibra favorece la digestión, mientras que su perfil proteico lo convierte en una opción interesante para quienes buscan alternativas al trigo convencional. Además, algunos consideran que es más fácil de digerir que el trigo moderno, aunque sigue conteniendo gluten.

El lado no tan bonito de la espelta
A pesar de sus beneficios, su consumo puede presentar algunos riesgos, especialmente para ciertos grupos de personas. Por su contenido de gluten, no es apta para personas con enfermedad celíaca o sensibilidad al gluten no celíaca. Su consumo en estos casos puede provocar síntomas digestivos, inflamación y problemas autoinmunes.
Aunque algunas personas encuentran a este grano más digestiva que el trigo moderno, otras pueden experimentar hinchazón, gases o malestar estomacal debido a su contenido de fibra y gluten.
Al ser un cereal, es rico en carbohidratos, lo que podría afectar a quienes siguen dietas bajas en carbohidratos o personas con diabetes que deben controlar sus niveles de azúcar en sangre.
Algunas personas pueden desarrollar reacciones alérgicas a la espelta -aunque no es tan común como la alergia al trigo- presentando síntomas como urticaria, dificultad para respirar o anafilaxia.
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