El flujo vaginal es un indicador natural de la salud íntima de la mujer. Su color, textura y olor pueden variar debido a factores como el ciclo menstrual, el embarazo, el estrés o infecciones. Conocer los diferentes tipos de flujo vaginal puede ayudar a identificar cambios normales y alertar sobre posibles problemas de salud.

Transparente o blanco y sin olor: es el flujo normal y saludable. Puede ser más abundante durante la ovulación y más espeso en otros momentos del ciclo.
Blanco espeso y grumoso: Puede indicar una infección por hongos, como la candidiasis. Generalmente, se acompaña de picazón, irritación y enrojecimiento.
Amarillo o verde: Un flujo de estos colores, especialmente si es espeso y con mal olor, puede ser señal de una infección bacteriana o una enfermedad de transmisión sexual (ETS), como la tricomoniasis.
Grisáceo con olor fuerte y desagradable: Es característico de la vaginosis bacteriana, una infección causada por un desequilibrio en la flora vaginal.
Marrón o con sangre: Puede ser normal antes o después del período menstrual. Sin embargo, si aparece en otros momentos del ciclo, podría estar relacionado con desequilibrios hormonales, pólipos, infecciones o incluso condiciones más serias como el cáncer de cuello uterino.
Rosado: Puede aparecer después de la ovulación o durante el embarazo debido a la implantación del óvulo. También puede deberse a pequeñas lesiones en el cuello uterino.
¿Cuándo consultar al médico?
Si el flujo cambia de color, olor o textura y se acompaña de síntomas como picazón, ardor, dolor al orinar o molestias durante las relaciones sexuales, es recomendable acudir al ginecólogo. Mantener una higiene adecuada y el uso de ropa interior de algodón puede ayudar a prevenir infecciones.
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