China abre un poco más sus puertas y ahora los ciudadanos de seis países de la unión Europea (UE) no necesitan visa para visitas turísticas de menos de 15 días. Esta medida se mantendrá hasta el 30 de noviembre del 2024.
Si el viaje es por trabajo o estudios seguirá necesitándose visado, pero la tasa se ha reducido de 60 a 45 euros. El Gobierno de Xi Jinping está convencido de que "el próximo milagro económico del mundo se dará en China", y esta decisión busca potenciar la imagen de economía potente y atractiva para el capital.
Atractivos como el Templo del Cielo, su gastronomía o la mítica Ciudad Prohibida forman parte de un mazo de cartas con las que juega China para volver a reactivar el turismo extranjero.
Puertas abiertas a sitios milenarios
China cuenta con más de medio centenar de patrimonios de la humanidad declarados por la Unesco y el Templo del Cielo es uno de ellos. Ubicado en el sur de Beijing, fue construido en 1420 para que el emperador realizara sacrificios rogando por buenas cosechas. Está ubicado en un parque de más de 270 hectáreas, que fácilmente luce blanco por estas épocas cuando ya ha arrancado el invierno en China con temperaturas bajo cero.
El lugar, además de los turistas que atrae, también sirve para que los locales se diviertan, hagan ejercicio o practiquen tai chi. El Templo fue construido completamente de madera, sin utilizar un solo clavo, con bloques que por dentro se asemejarían hoy a una construcción de Lego.
Su forma circular, rodeada de murallas en forma rectangular, recuerdan la creencia de que el cielo era redondo y la tierra, plana. La entrada ronda los cuatro dólares.
La Ciudad Prohibida
Es un complejo ubicado en Beijing, construido alrededor de 1420. Tiene más de 900 edificios, está en un lugar de 72 hectáreas y sirvió durante siglos a las dinastías Ming y Qing.
Es otro de los patrimonios asiáticos de la humanidad y en su momento fue la casa oficial de los emperadores. Su nombre se debe a que las personas del común tenían prohibida su entrada, pues solamente podían los cortesanos.
Cada esquina está llena de simbología, como los leones de Fu que custodian varias de sus entradas. Antes de la pandemia, podía recibir 80.000 visitantes cada día. La entrada cuesta aproximadamente seis dólares.
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