CRISS MONTERREY
Charlie Zaa se dio a conocer en Venezuela en 1997 con Sentimientos, un disco de boleros que además de haberse posicionado en el primer puesto de la lista de Top Latin Albums de Billboard, puso en el mapa romántico mundial a este colombiano de entonces 22 años. El sonido clásico del requinto y los violines presente en esta producción, además de una voz impecable, sorprendió gratamente a un mercado que estaba plagado por entonces de grupitos adolescentes mexicanos.
Su carrera, aunque había comenzado como vocalista del Grupo Niche y la orquesta Guayacán, no había despegado a nivel internacional. Incluso fue corista de Wilfrido Vargas y tenía una propuesta firme para grabar con él, pero los productores Jorge y Sady Ramírez le plantearon primer remozar el bolero en un disco-homenaje a Julio Jaramillo.
A pesar de que Zaa había interpretado varios géneros desde los 15 años, sobre todo tropicales, fue el bolero el que lo encumbró con temas como Un disco más, Niégalo todo, Rondando tu esquina y Nuestro juramento, que fueron entonados por niños, adolescentes, padres y abuelos por igual. Ese año impuso el look de cabello engominado, gafas y bufanda, y el éxito de su sonido fue tal que tras su despegue otros siguieron su senda: surgieron Massiel, Los Trí-o, Jimmy Rey y hasta José Luis Rodríguez lanzó un disco con Los Panchos.
“Con humildad agradezco el reconocimiento. Fue un momento muy importante de la música romántica, espero que haya muchos más exponentes que nos ayuden a seguir impulsando este género”, comenta.
Del cielo al infierno
Tras el éxito de Sentimientos vinieron cuatro discos más (incluido Ciego de amor, producido por Emilio Estefan) y un día no se supo más de Charlie Zaa. No salía en televisión, no sonaba en radio, no tenía redes sociales. Parecía como si la tierra se lo hubiera tragado. Mientras sus fans se preguntaban en youtube qué era de su vida, el cantante atravesaba “un infierno” generado por el exceso de trabajo y alcohol.
“Lo más duro fue sentir que llegaría el momento de morir, porque pasé por una crisis de depresión, ansiedad y pánico que me dio muy fuerte y me provocó ese sentimiento de muerte. No sabría describirlo, pero a quien le ha pasado, entiende de lo que le estoy hablando”.
Por un largo tiempo se olvidó de Charlie Zaa, escondió al personaje y no quiso saber más de su carrera musical ni de la fama. Se encerró en un cuarto a esperar la muerte, pero su familia lo ayudó a salir de ese hueco en el que parecía irremediablemente inmerso. Hoy se toma la vida con más calma, y no deja que el trabajo le robe su paz ni la de los suyos.
“Pienso que el estrés que vivimos a diario se debe al afán que tenemos por alcanzar metas que muchas veces no tienen algún propósito, solo queremos llenar un vacío, y cuando alcanzamos esas metas ya tenemos otras porque el vacío no ha sido saciado. Nos preocupamos demasiado por lo tangible, por lo que se quedará en el plano terrenal. Mi consejo es que volvamos a lo esencial, a lo espiritual que es lo que realmente tiene valor. Puedes tener todo materialmente hablando, pero si no tienes llena el alma siempre te sentirás vacío”, explica.
Una vez recuperado volvió al ruedo con todas las fuerzas y grabó cuatro producciones más en las que se paseó por baladas, salsa y bachatas. Incluso formó parte del conjunto de estrellas salseras conocido como los “Salsa Giants” e hizo giras junto a Ismael Miranda, Oscar de León, Tito Nieves, Cheo Feliciano, Willy Chirino, Andy Montañez y José Alberto El Canario, todos apadrinados por el productor Sergio George. En ese momento, George comentó que “cuando hice el llamado para convocarlos todos los cantantes dijeron que sí inmediatamente y no había nada de ego ni de prepotencia. Fue muy fácil trabajar con ellos y son muy abiertos para nuevas ideas”, y el proyecto fue un éxito.
A Charlie Zaa ningún ritmo musical le es esquivo, aunque nunca se permitiría ciertos estilos. “Dios me ha dado la oportunidad de incursionar en diversos géneros: la música como la comida es de fusiones, así que seguiremos en nuestro laboratorio haciendo música que deje mensaje y que llegue al corazón de las personas que aún creen en el amor” afirma.
Pero ¿cómo hacer que sobreviva la música romántica ante el avance del trap, reggaetón y sonidos semejantes? “Insistir, persistir y jamás desistir”, asegura.
Pecado y religión
“Perdonar rápido y amar como si nunca nos hubiesen herido” es lo que Charlie Zaa propuso en Pecado y religión, un tema urbano que lanzó el año pasado a través de las redes sociales. Cuenta el final de una relación de pareja, en un ritmo que no había usado nunca.
En este tema (que ya superó el millón 600 mil vistas en youtube) Charlie no solo debutó en lo urbano, sino también se dio a conocer como compositor: la letra se hizo a cuatro manos con Yadam González. Pero no es la primera pieza que compone, pues tiene varias canciones bajo la manga para futuros discos. “Si Dios lo permite en octubre tendremos una nueva producción. Pienso que lo más importante en la vida es arriesgarse… Con Pecado y religión me arriesgué a fusionar la cumbia con algunos beep urbanos y el resultado me gustó. Quizás haya algo más de eso en la nueva placa”.
Cambiar de estilo no fue lo único novedoso en la vida de Charlie: hace aproximadamente dos años dejó su natal Colombia y se mudó a Parkland (Florida) con toda su familia. “Los cambios son necesarios en nuestra vida, a veces nos rehusamos a ellos y detenemos procesos que nos ayudan al crecimiento en cualquier ámbito de nuestra vida. Mi ciclo en Girardot debía cerrarse: allí nací, crecí, disfruté la infancia de mis hijos, pero llegó el momento de pasar a otro momento de mi vida, buscar nuevas oportunidades y acompañar a mis hijos en su crecimiento. Me he adaptado muy positivamente y continúo en el camino de construcción del ser humano”, afirma.
Afirma que lo primero que hará al terminar la pandemia será sentirse “libreeee”, y tiene claro que la palabra retiro no está en su vocabulario. “Por ahora no, mientras esté el gusto y el amor por este arte maravilloso seguiré apostándole al romanticismo…. y por supuesto hasta que el público así lo quiera”.
Recuadro: Una vida de sentimientos
Carlos Alberto Sánchez Ramírez nació en Girardot (Cundinamarca) el 30 de enero de 1971. Es el hijo mayor de Luis Humberto Sánchez “Pintuco” (también fue cantante) y Rosabel Ramírez. Tiene tres hijos y a sus 49 años es abuelo de una bebé llamada Elena. Es excelente comerciante: en Colombia tiene un centro comercial llamado El Oasis y el hotel-boutique Monasterio Resort, en el que muchas veces se le podía ver atendiendo la cocina personalmente. Está casado con la reina de belleza Janet Hoyos desde hace 24 años. Cuando viene a Venezuela es frecuente encontrarlo por Las Mercedes, pues ama las arepas caraqueñas. “Venezuela es un país al que le debo mucho y que siempre ocupará un lugar muy especial en mi corazón. Espero algún día poder regresar y disfrutar de ese país en todo su esplendor”.
EPIGRAFES
"Nunca pensé en atentar contra mí, porque amo mi vida, mi familia a mi señor y todo lo que Dios me ha dado. Creo que la gente que ha hecho o ha pensado en eso, es porque no cuenta con una familia o un respaldo que los tenga en contacto con Dios”.
"Me considero muy bendecido porque he podido grabar en varios géneros. He hecho boleros, valses, cumbias, bachata, salsa; entonces siempre he sido una persona muy arriesgada y muy segura de cada paso que doy en cuanto a los géneros que he tenido la posibilidad de grabar”.
2020-08-21
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