Este viernes 5 de diciembre de 2025 se confirmó el fallecimiento de Eduardo Manzano, mejor conocido como “El Polivoz”, a la edad de 87 años. La noticia fue dada a conocer por su hijo, Lalo Manzano, a través de sus redes sociales, con un mensaje conmovedor en el que despedía a su padre con profundo dolor y gratitud, provocando una ola de conmoción, tristeza y homenajes inmediatos en toda la industria del entretenimiento.
Un trayecto de risas, talento y complicidad: de “Los Polivoces” a “Una Familia de Diez”
Eduardo Manzano no fue sólo un cómico más: fue parte del icónico dúo Los Polivoces, junto a Enrique Cuenca, un hito de la televisión mexicana que transformó la comedia con personajes inolvidables, humor blanco, sátiras de la vida cotidiana y una chispa que trascendió generaciones.
Su versatilidad le permitió adaptarse al paso del tiempo: en décadas más recientes lo vimos de nuevo en la pantalla, con su papel de Don Arnoldo López en la serie Una Familia de Diez, regalando risas a nuevas generaciones y demostrando que su talento seguía tan vigente como siempre.
Con cada personaje, Eduardo consolidó un estilo tan propio como querido: desde los sketches de su juventud hasta los papeles más recientes, siempre con humor, ingenio, humanidad… y una voz inconfundible.
El adiós de su hijo y el silencio de una industria que se detiene
En su mensaje de despedida, Lalo Manzano expresó con dolor que “hoy el escenario de la vida ha bajado el telón.” Lo describió como un padre “extraordinario, bondadoso, inteligente y con un corazón tan grande como su talento”. Agradeció el cariño y apoyo de colegas, admiradores y amigos, y pidió respeto para la familia en estos momentos difíciles.
El legado de una leyenda: personajes eternos y risas que trascienden
Eduardo Manzano deja detrás no solo una filmografía extensa y variada, sino un legado emocional que trasciende la pantalla. Personajes como Gordolfo Gelatino, Don Teofilito, “Wash & Wear”, “Agallón Mafafas”, todos canónicos de Los Polivoces, forman parte del imaginario colectivo; y su participación en Una Familia de Diez acercó ese repertorio a públicos contemporáneos.
Su humor, blanco, sencillo, entrañable, enseñó generaciones a reír con inteligencia, reflexionar con gracia y encontrar en la alegría un refugio. Hoy su partida marca una pérdida irreparable, pero su obra sigue viva: en cada carcajada, en cada recuerdo, en cada fan que repite sus frases…
Con la noticia confirmada y el mundo del espectáculo de luto, queda el consuelo de que Eduardo Manzano murió dejando una herencia poderosa: risas, cariño, respeto, admiración. Su ausencia duele, pero su memoria brilla con fuerza.
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