La vida moderna, llena de trabajo, obligaciones y cambios constantes, muchas veces trae consigo lo que se llama “rumiación”: ese hábito de pensar una y otra vez en lo que nos preocupa, lo que duele o lo que no nos deja avanzar.
A nadie le sorprende sentir ansiedad, dudas o inseguridades en algún momento: lo que ocurre es que, cuando esos pensamientos negativos se acumulan y no saben pararse, pueden acabar pesando demasiado.
En un mundo donde todo va rápido, aprender a poner freno a ese “ruido mental” puede marcar la diferencia entre pasar un mal rato o recuperar la calma y claridad que necesitamos.
Tres pasos fáciles para templar la mente
El psicólogo Juan Rescalvo propone un método muy simple y al alcance de todos, para frenar esa sobrecarga de pensamientos negativos: basta con una linterna, un papel y un bolígrafo.
La idea no es pelear contra esos pensamientos, ni intentar ignorarlos o borrarlos por la fuerza, sino observarlos, cuestionarlos y distanciarnos de ellos.
Paso 1: “interroga” tus pensamientos
El primer paso consiste en hacerse preguntas directas que ayuden a identificar el origen de esas ideas: por ejemplo, “¿Por qué pienso que no puedo hacerlo?”, o “¿Quién me dijo que eso era así?”. Esto ayuda a desentrañar de dónde viene ese impulso negativo y, muchas veces, a verlo como lo que es: una creencia, no una verdad absoluta.
Paso 2: reconoce tus fortalezas
Después, Rescalvo recomienda centrarse en lo que sí puedes hacer. Sugiere escribir una lista con diez habilidades o virtudes propias, y luego proponer tres posibles caminos o soluciones para el problema que te preocupa.
Esto ayuda a cambiar la mirada: en lugar de quedarte atrapado en el miedo, pasas a enfocarte en posibilidades reales. Además, recalca que muchas veces no se trata de eliminar por completo la preocupación, sino de aceptarla como parte de la vida y decidir conscientemente qué hacer con ella.
Paso 3: ponle nombre a tu “voz interior”
El tercer paso puede parecer casi simbólico, pero resulta útil: consiste en “darle un nombre” a esos pensamientos repetitivos. Puede ser cualquier nombre, lo importante es crear distancia emocional. Así, cuando vuelve ese ciclo de ideas negativas, puedes dirigirte a esa voz de una forma externa, pedirle “que pare un rato” y recuperar tu propio espacio mental.
Con estos tres simples recursos, Rescalvo nos recuerda que no se trata de reprimir lo que pensamos, sino de examinarlo, transformarlo o, simplemente, observarlo sin permitir que nos domine.
En un mundo donde millones de pensamientos circulan a diario, tener estas herramientas puede ayudarnos a recuperar tranquilidad, claridad y un poco de control sobre nuestra mente.
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