Crear hábitos en diferentes aspectos de la vida ayudan a garantizar el éxito, sin embargo, en ocasiones, pueden adoptarse algunos que van en contra del bienestar de la persona.
Tal es el caso de algunos hábitos laborales que se asumen sin siquiera darse cuenta y que terminan por repercutir de manera negativa en la salud física y mental de la persona. Incluso, pueden afectar a todo su entorno laboral y familiar.
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Hábitos en el entorno laboral
Cada vez son más los empleados que por alguna razón terminan adoptando hábitos que pueden poner en riesgo su salud, y lo peor es que no son conscientes de ello.
Quizás estos empleados en busca de la productividad y eficacia, no miden las consecuencias que algunas prácticas provocan problemas físicos y mentales a corto y largo plazo.
La mala alimentación es un factor clave, ya que esto puede llevar a problemas como falta de energía u obesidad, por ejemplo. En tal sentido, es fundamental mantener una buena alimentación, en el lugar de trabajo, que contrario a lo que se cree, es totalmente posible. Así lo asegura Claudia Angarita, directora del Centro Colombiano de Nutrición.
¡Ten presente!
El exceso de trabajo se ha normalizado y las largas jornadas de trabajo se han convertido en un hábito que contribuye al agotamiento tanto físico como mental. De hecho, la OMS ha reconocido el agotamiento profesional como un fenómeno ocupacional que se asocia con mayor riesgo de depresión y ansiedad.
Otro mal hábito tiene que ver con lo antes señalado, y es el tema de la alimentación, ya que los empleados optan por las comidas chatarras o golosinas, se saltan las horas de comida y además, no se hidratan adecuadamente. Todo esto es un grave error, por lo que expertos recomiendan hacer entre tres y cinco comidas al día, con un espacio de 4 horas, e incluir una fruta o verdura entre las comidas. El consumo de agua también es esencial.
El sedentarismo también juega en contra para los empleados que pasan entre 8 y 10 horas sentados al día, pues deteriora la espalda, caderas, piernas y hasta el corazón. Expertos aseguran que este mal hábito puede provocar obesidad, debilitamiento muscular, disminución de la circulación sanguínea y tensión en la columna vertebral.
Para evitarlos se recomienda moverse en la oficina, realizar pequeñas sesiones de pausas activas o ejercicios a lo largo del día, por ejemplo.
Finalmente, y no menos importante, es el uso de muebles que no favorecen una buena postura y provoca dolor de espalda, cuello y hombros. Es decir, adaptarse a muebles incómodos es sinónimo de ergonomía deficiente, y esto se traduce a la larga en problemas o lesiones laborales, que perjudican la salud y bienestar del trabajador.
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