La fécula de maíz, conocida también como maicena, es un ingrediente comúnmente utilizado en la preparación de tortas por sus propiedades espesantes y su capacidad de mejorar la textura de las masas.
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Aunque es más conocida por su uso en la cocina como espesante para salsas y cremas, su inclusión en recetas de repostería puede aportar varios beneficios que influyen directamente en la consistencia y calidad de las tortas.
Repostería al punto
La fécula de maíz contribuye a la suavidad y esponjosidad de las tortas. Al ser un polvo fino y sin gluten, se incorpora fácilmente a las masas, lo que ayuda a que la estructura de la torta sea más ligera y aireada.
Esto es especialmente importante en recetas que requieren una textura delicada, como tortas de vainilla, chiffon o pasteles de capas. La fécula de maíz reduce la densidad del producto final, permitiendo que sea más esponjoso.
Actúa como un agente absorbente de humedad. Durante la cocción, la fécula de maíz ayuda a retener líquidos en la masa, lo que resulta en una torta más húmeda y tierna.
Esto es particularmente útil en climas secos o cuando se busca evitar que el pastel se seque rápidamente después de horneado. Al absorber parte del exceso de líquido, también contribuye a que las tortas mantengan su forma, evitando que colapsen o queden demasiado compactas.
Por otro lado, la fécula de maíz también puede influir en el color y la apariencia de las tortas. Al mezclarse con la harina, da como resultado una miga más fina y un color más claro en la torta. Esto es ideal en recetas donde se busca un acabado delicado y uniforme.
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