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Los recién nacidos no pueden temblar de frío: así regulan su temperatura

Con un pequeño “calefactor interno” los bebés aseguran su bienestar y supervivencia

Miércoles, 20 de noviembre de 2024 a las 02:30 pm
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Los recién nacidos tienen una capacidad sorprendente para mantenerse calientes en ambientes fríos, gracias a un tejido especial conocido como grasa parda o grasa marrón. A diferencia de la grasa blanca, que almacena energía, la grasa parda tiene como función principal generar calor. Este tejido está altamente vascularizado y contiene una gran cantidad de mitocondrias, las cuales son esenciales para su actividad termogénica. 

 

En los adultos, la grasa parda es limitada y se encuentra en áreas específicas como el cuello y la parte superior del torso. Sin embargo, en los bebés, está presente en mayor cantidad, ubicándose principalmente alrededor del cuello, los hombros, el pecho, y en la zona lumbar. Esta grasa es crucial para los recién nacidos, ya que durante las primeras semanas de vida su capacidad de generar calor mediante el temblor muscular (como hacen los adultos) es inmadura. 

Cuando un bebé experimenta frío, su sistema nervioso activa la grasa parda a través de señales hormonales y neuronales. Esto provoca que las mitocondrias en la grasa parda utilicen lípidos y glucosa como combustible para producir calor en un proceso llamado termogénesis sin temblores. Este mecanismo no solo mantiene la temperatura corporal del bebé, sino que también protege órganos vitales de los efectos del frío extremo. 

 

Además de su función termogénica, la grasa parda desempeña un papel importante en el metabolismo del bebé. Investigaciones recientes sugieren que podría estar vinculada al desarrollo de un peso saludable a largo plazo, debido a su capacidad para quemar calorías. 

 

No obstante, la regulación térmica de los bebés no depende exclusivamente de la grasa parda. Es esencial mantenerlos bien abrigados y en un ambiente adecuado, ya que su sistema todavía es vulnerable. La grasa parda es una solución biológica temporal y efectiva que complementa los cuidados externos proporcionados por los cuidadores. 

 

la grasa parda es un componente vital en los bebés para ayudarles a enfrentar los desafíos del frío, actuando como un pequeño calefactor interno que asegura su bienestar y supervivencia. 

 

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