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Days Gone no es el primer juego de zombies (freakers, en realidad), ni siquiera es el primer juego de zombies en mundo abierto. Pero como ya hemos visto, la nueva obra de Bend Studio pone sobre la mesa varias ideas para diferenciarse del resto y hacer que la aventura de Deacon St. Johan sea única. Uno de esos aspectos es la horda, de la que ya os hemos hablado en profundidad, analizamos la segunda protagonista del juego exclusivo de PS4: la moto de Deacon.
Geoffry Hammon, diseñador de sistemas técnicos en Days Gone, fue el encargado de realizar una presentación sobre el vehículo, empezando por su aspecto, que se inspira en el de las motos de competición y las de combate para dar lugar a un híbrido entre ambas. Y lo mismo sucede con su control, que está a medio camino entre lo arcade y la simulación. Eso sí, también juegan un papel importante el terreno y las condiciones climatológicas; si el piso está nevado, la moto tiende a derrapar mucho más, algo que tendremos que tener en cuenta si pretendemos huir de una horda de freakers. Han ido cambiando las animaciones de Deacon desde las primeras fases del desarrollo: inicialmente su postura era demasiado rígida, pero ahora podemos apreciar cómo su cuerpo acompasa el movimiento del vehículo y se ajusta dependiendo de si derrapamos, saltamos, etc. de una forma mucho más natural. Esto tiene especial relevancia cuando se realicen saltos, se podrá equilibrar el peso de Deacon en mitad del aire hacia delante o hacia atrás, con el objetivo de aterrizar de forma paralela al terreno.
Además, se contará con una cantidad asombrosa de piezas para personalizar el aspecto y color de la moto. Hasta ahora se desconoce un número exacto, pero durante la presentación se enseñó más de una veintena de ejemplos. Y como cabría esperar, también es posible mejorar sus estadísticas utilizando piezas que encontraremos en diferentes lugares del mundo de Days Gone (la mayoría bien protegidos), mejorando su control y velocidad.
De hecho, son necesarias estas mejoras para acceder a algunas partes del mapa donde esperan helicópteros de Nero (una misteriosa compañía que jugó algún tipo de papel en la epidemia). Y si se soluciona un pequeño puzle que plantean, se desbloqueará una mejora para Deacon. Se crea así una suerte de relación simbiótica en la que el vehículo no es sólo un medio de transporte esencial (tratar de recorrer el mundo a pie es una locura, por su extensión y por los peligros que lo habitan), también es el lugar donde se almacena munición y otros recursos, y el hogar al que se acude para guardar la partida de forma manual. Así que habrá que cuidar de la moto tal cual como al personaje, más aún si teniendo en cuenta que esto es el apocalipsis. La fiel compañera requiere gasolina para circular, y si se agota habrá que buscar una gasolinera cercana… donde es probable se tendrá que hacer frente a un grupo de saqueadores. En caso de apuros, siempre se podrá volver a alguno de los campamentos en los que el personaje sea bienvenido y pagar para que alguien vaya a buscarla.
Además, la moto no es invencible: si recibe golpes de los enemigos o cae en mala posición desde grandes alturas (si no se equilibra correctamente, como comentábamos hace un momento), se estropeará y se tendrá que parar (y usar piezas) para repararla. Es gracias a estos aspectos que Days Gone ha hecho recordar my grátamente al genial Mad Max, a todo el que le gustó el título de Avalanche Studios, haría bien en no quitarle la vista de encima al juego de Bend Studio. La moto también juega un papel principal a la hora de enfrentarse a la horda, el aspecto que diferencia a Days Gone de cualquier otro juego de zombies. La planificación es esencial a la hora de hacer frente a estos grupos de engendros: además de guardar la partida (precavidamente) conviene colocar la moto en un punto estratégico, orientada en buena dirección, por si hubiese que salir corriendo.
2019-04-08
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