Un estudio de la Universidad de Ohio ofrece una visión profunda sobre las razones detrás de la procrastinación, un hábito que afecta a millones de personas. Según los investigadores por Russell Fazio y Javier Granados Samayoa, la procrastinación no es simplemente un problema de gestión del tiempo, sino un mecanismo emocional que utilizamos para evitar emociones negativas relacionadas con la tarea pendiente. Estas emociones pueden incluir miedo al fracaso, ansiedad o baja autoestima.
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El estudio resalta que la procrastinación está vinculada a cómo nuestro cerebro maneja la recompensa inmediata frente a los beneficios a largo plazo. A menudo, priorizamos actividades que nos brindan satisfacción instantánea, como revisar redes sociales o ver televisión, en lugar de abordar tareas más desafiantes pero importantes. Esto se debe a que el cerebro busca evitar el estrés y el esfuerzo asociados con dichas tareas, incluso si esto conlleva consecuencias negativas a futuro.
Otro factor clave identificado es la percepción de autoeficacia, o la confianza en nuestra capacidad para completar una tarea. Cuando dudamos de nuestras habilidades, es más probable que posterguemos las actividades. Además, la procrastinación puede verse influenciada por un exceso de perfeccionismo. Las personas que buscan estándares inalcanzables a menudo retrasan iniciar o terminar proyectos porque temen no cumplir con sus propias expectativas.
El entorno y las distracciones también juegan un papel importante. En una era digital, es más fácil que nunca desviarse de las responsabilidades. Las constantes notificaciones, el acceso a internet y las demandas de la vida moderna crean un entorno propicio para posponer tareas.
Superar la procrastinación
El estudio de la Universidad de Ohio también sugiere estrategias para superar este hábito. Dividir las tareas en pasos pequeños, establecer plazos claros y practicar la autorreflexión pueden ayudar a combatir la procrastinación. Además, aprender a manejar las emociones negativas asociadas con las tareas y reforzar la autodisciplina son pasos fundamentales para desarrollar hábitos más productivos.
Procrastinamos no solo por pereza, sino por una compleja interacción de factores emocionales y cognitivos. Comprender estas dinámicas puede ser el primer paso para superar este comportamiento y alcanzar nuestros objetivos.
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