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Diez años después de darse el "sí quiero", los príncipes Felipe y Letizia son la esperanza de la monarquía española en medio de la peor crisis que atraviesa el reinado de Juan Carlos.
A sus 46 años, el heredero de la corona, hijo menor de los reyes de España, es uno de los miembros mejor valorados de la familia real, junto a la reina Sofía.
"Yo creo que es príncipe de Asturias mejor preparado que ha habido hasta ahora. O sea que podemos tener confianza, seguridad y, sobre todo, sabemos que tenemos ahí a alguien preparado", dijo el rey Juan Carlos hace poco más de un año en una de las pocas entrevistas concedidas en televisión.
A partir del accidente que sufrió el monarca en Botsuana en 2012, cuando se rompió la cadera en una polémica cacería de elefantes a la que supuestamente acudió junto a su "amiga especial" Corinna zu Sayn-Wittgenstein, la agenda oficial de Felipe y Letizia como representantes del Estado fue creciendo y afianzándose.
El escándalo por el suceso, la delicada salud del monarca y las numerosas intervenciones quirúrgicas a las que se ha sometido en los últimos tres años reabrieron el debate sobre una posible abdicación, a la que el rey se opone.
"Quiero transmitiros mi determinación de continuar estimulando la convivencia cívica, en el desempeño fiel del mandato y las competencias que me atribuye el orden constitucional", zanjó en su más reciente discurso de Nochebuena, el único que no le escribe el gobierno.
A todo ello se une el caso de corrupción en el que está imputada la hija mediana del monarca, la infanta Cristina, y su marido, Iñaki Urdangarin, de quienes se mantienen alejados Felipe y Letizia para evitar poner en peligro su papel como futuros reyes.
Al cierre de 2013, el apoyo de los españoles al reinado de Juan Carlos cayó nueve puntos, hasta el 41 por ciento, al tiempo que crecía el porcentaje de ciudadanos que reclamaba su abdicación, según una encuesta publicada por el diario "El Mundo".
Felipe sale airoso de esta crisis de imagen, según los sondeos, y su apoyo alcanza un 66 por ciento: más de la mitad de los españoles confía en que pueda devolver a la monarquía el prestigio perdido cuando llegue al trono.
"El príncipe (…) permanece en su sitio, a pesar de los percances está cumpliendo con sus actos protocolariamente, aguanta estoicamente los insultos que la gente propina a la monarquía, no se esconde… está donde tiene que estar sin moverse un milímetro, y de momento no puede hacer más", reflexiona en declaraciones al diario "El Mundo" el periodista Fernando Rayón, especializado en la casa real.
Lo demostró el pasado mes de septiembre en Buenos Aires, cuando defendió la candidatura de España a los Juegos Olímpicos de 2020. Su voz sonó firme y segura. Dio uno de los mejores discursos que se recuerdan, en un perfecto inglés. "Aunque Madrid haya perdido, el príncipe ha ganado", dijo tras escucharle el conocido periodista Miguel de la Quadra-Salcedo.
"Nuestra impresión es que el príncipe tiene muy buena imagen, pero no tiene el marchamo heroico que le dio al rey su actuación en el 23-F (intento de golpe de Estado de 1981)", matiza en declaraciones a "El Mundo" José Miguel de Elías, director de la empresa Sigma Dos, una de las más importantes en España en estudios de opinión.
"Don Felipe no podrá empezar su reinado con esa carga positiva de tanto nivel. La monarquía antes estaba fuera del ámbito de la crítica social, pero desde el escándalo Urdangarin y el tema Botsuana eso se ha roto y es muy difícil de recomponer. Felipe se lo va a tener que trabajar día a día", argumenta De Elías.
Su compañera de viaje es la princesa Letizia. Hace diez años, los medios españoles calificaron su elección de "sorprendente", aunque "acertada". Letizia Ortiz era en aquellos días una periodista divorciada de 31 años: "Una reina del siglo XXI", según la describió en uno de sus editoriales el entonces director de "El Mundo", Pedro J. Ramírez.
A pesar de las críticas de los sectores más conservadores al matrimonio monargático, Felipe llevó al altar a la mujer que durante meses presentó el noticiero de la televisión pública española y la convirtió en futura reina de España.
El príncipe, moderado y reflexivo, se ha contagiado en este tiempo de la espontaneidad y la elegancia de su esposa, más impaciente y "con carácter", como demostró en su pedida de mano, pocos días después de hacerse pública la noticia de su compromiso, cuando Felipe intentó interrumpirla. "Déjame terminar", le reprendió ella ante los medios.
En estos diez años la pareja ha asegurado la sucesión al trono con dos hijas a las que diariamente lleva al colegio: Leonor, de ocho años, y Sofía, de siete. Quieren ser, en la medida de lo posible, una familia "normal", pero sobre ellos recae el peso de la monarquía del futuro en España.
2014-05-20