A simple vista, Tilly Norwood parece una actriz más en busca de su oportunidad. Tiene cabello castaño ondulado, piel clara y una cuenta de Instagram donde publica sobre sus pruebas de pantalla y su deseo de triunfar en Hollywood. Sin embargo, Tilly no es una persona real. Es una creación completa de Inteligencia Artificial, desarrollada por Eline Van der Velden, fundadora de la productora británica Particle6, a través de su nuevo estudio de talentos IA, Xicoia.
El proyecto saltó a la fama global cuando Van der Velden anunció en la Cumbre de Zúrich que varias agencias de talentos estaban interesadas en representar a Tilly, y que un anuncio oficial sobre su representación llegaría "en los próximos meses". La creadora incluso ha expresado que su ambición es que Tilly se convierta en "la próxima Scarlett Johansson o Natalie Portman".
Indignación en Hollywood
La noticia de que una actriz IA podría quitarle oportunidades de trabajo a humanos desató una inmediata y contundente ola de críticas desde algunas de las figuras más importantes de Hollywood: la actriz nominada al Óscar, Emily Blunt, no dudó en calificar la creación de "aterradora" al expresar en el podcast Variety Awards Circuit que, si eso era una IA, significaba que estábamos perdidos y que era algo "muy, muy aterrador", suplicando a las agencias que no hicieran tal cosa y que dejaran de quitarles su conexión humana; por su parte, Whoopi Goldberg, ganadora de un Óscar y coanfitriona de The View, señaló que las creaciones de IA tienen una "ventaja injusta" porque se generan a partir del trabajo de miles de actores reales; mientras tanto, Sophie Turner de Game of Thrones fue directa al comentar en una publicación un escueto "Vaya... no, gracias".
La voz del sindicato
El Sindicato de Actores (SAG-AFTRA), que representa a 160.000 profesionales, emitió un comunicado oficial para dejar clara su postura. La organización fue contundente al afirmar que se "opone al reemplazo de artistas humanos por sintéticos".
"Para ser claros, 'Tilly Norwood' no es un actor, es un personaje generado por un programa informático que fue entrenado con el trabajo de innumerables artistas profesionales, sin su permiso ni compensación", declaró el sindicato. Añadieron que la IA "no resuelve ningún 'problema'; crea el problema de usar actuaciones robadas para dejar sin trabajo a los actores, poniendo en peligro su sustento y devaluando la artista humana".
Más allá de los argumentos laborales, varias actrices señalaron un matiz de género en esta innovación. Chelsea Edmundson comentó: "No me sorprende que el primer 'actor de IA' importante sea una mujer joven que pueden controlar por completo y hacer que haga lo que quieran".
¿Arte o sustitución?
Frente al aluvión de críticas, Eline Van der Velden salió al frente para defender su proyecto. En una declaración publicada en Instagram, aseguró que Tilly "no es un reemplazo para un ser humano, sino una obra creativa, una pieza de arte".
Van der Velden, quien también es actriz, argumentó que, al igual que la animación, los títeres o los efectos CGI, la IA es simplemente una nueva herramienta que abre posibilidades para imaginar y construir historias. "Espero que podamos dar la bienvenida a la IA como parte de la familia artística más amplia: una forma más de expresarnos, junto con el teatro, el cine, la pintura, la música e innumerables más", expresó.
Un debate que llega para quedarse
La polémica de Tilly Norwood reaviva una tensión que fue central en las largas huelgas de guionistas y actores de 2023, donde las protecciones contra la IA fueron un punto clave de la negociación. Aunque los acuerdos conseguidos en esemomento protegen a los artistas de los grandes estudios, no pueden impedir que emprendedores externos desarrollen proyectos como este.
Mientras las estrellas de Hollywood advierten sobre la deshumanización del arte y la pérdida de empleos, los creadores de IA prometen una revolución creativa que abarate costes y cuente historias nunca vistas. El debate sobre Tilly Norwood, cuya tecnología es de origen europeo pero no noruego —es un desarrollo británico-neerlandés—, deja en claro que la frontera entre lo real y lo artificial ya es el nuevo y polémico escenario en el que se debate el futuro del entretenimiento.
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