2001.com.ve | EFE
En el Lago de Maracaibo, el más extenso de Venezuela, el agua no siempre es dulce y la vida en general casi nunca es fácil. En este ecosistema, afectado por incesantes derrames de petróleo, numerosos pescadores y peces se baten en un duelo a muerte en el que los seres acuáticos tienen una amenaza doble.
"Estamos sufriendo con el derrame de petróleo", dice a Efe Ernesto Luano, un pescador de 36 años que cada día se aleja de las orillas de esta cuenca con la esperanza, casi siempre frustrada, de encontrar peces exentos del crudo que yace en estas aguas desde hace meses.
Según sus cuentas, el petróleo derramado en esta zona comenzó a afectar su actividad económica y al sustento familiar hace siete años, pero se ha agravado en los últimos meses cuando las fugas de crudo se multiplicaron y, además, se volvieron comunes las tuberías rotas y con ello las efervescencias de gases en este mar cerrado.
Ernesto, como sus siete millones de paisanos en el estado Zulia (oeste, limítrofe con Colombia), sufre la escasez de combustible en esa región que tiene miles de pozos petroleros perforados y que hasta la década pasada era el máximo referente de la riqueza de la nación con las mayores reservas de crudo del planeta.
En su caso, necesita la gasolina para su rudimentaria embarcación y para asearse al final de cada faena, cuando sus ropas son tan negras como el petróleo en que se sumerge en búsqueda peces que al menos parezcan comestibles. Solo el combustible logra arrancar el crudo pegado a cada parte de su cuerpo.
"El pescado viene lleno de petróleo", lamenta, con la misma fatiga que le causa deshacerse de esta capa grasienta que solo sale con gasolina, un líquido que le quema de a poco la piel.
2019-12-12
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