Cientos de personas que viven en las calles de Río de Janeiro, o que han terminado allí por culpa de la pandemia, reciben al menos un plato de comida al día en el centro de la ciudad, una cifra muy inferior a la de un año atrás por el desplome en las donaciones.
"Covid sem fome" (Covid sin hambre), proyecto de voluntarios que surgió en abril del año pasado, cuando Brasil entró en confinamiento total para frenar la propagación del virus, trabaja de sol a sombra para que cada día unas 200 personas, en condiciones de vulnerabilidad, tengan algo que comer.
Bajo el resguardo de los históricos Arcos de Lapa, en pleno centro de la ciudad, hombres, mujeres, niños y ancianos hacen fila para recibir los alimentos y también implementos de aseo y ropa que el proyecto también ayuda a conseguir.
En una cocina cedida por la Universidad Unisuam, unos 100 voluntarios se dan cita desde tempranas horas del día, para pelar, cortar, cocinar, empacar y distribuir los alimentos.
Cifra de beneficiados
La cifra actual de beneficiados es considerablemente inferior a la de un año atrás, cuando el proyecto conseguía entregar unas 1.000 platos diarios con arroz, fríjol, carne y ensalada a los más necesitados.
Las imágenes, sin embargo, se repiten por todo el país. El alargamiento de la pandemia ha obligado a cerrar negocios, la falta de trabajo y la pobreza han aumentado y la las donaciones se han desplomado, en momentos en los que Brasil tiene más de 13 millones de desempleados.
El gigante suramericano, con sus más de 210 millones de habitantes, es una de las naciones más afectadas por la pandemia con más de 14 millones de infectados y cerca de 380.000 muertes.
Río de Janeiro, la tercera ciudad más poblada del país, con unos 7 millones de habitantes, suma 22.714 fallecidos y más de 247.000 contagios.
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